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Historia: El Concejo al rescate de los pobres (Parte 2) (Paulo Menotti)

Historia: El Concejo al rescate de los pobres (Parte 2) – Por Paulo Menotti

Una pobre costumbre

Entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX, era costumbre que la gente empeñara sus pobres pertenencias para hacerse de un poco de dinero para costear urgencias como cuestiones de salud o alimentarias. La clase trabajadora surgida de la Revolución industrial y del triunfo del capitalismo vivió de manera casi miserable –muchos de ellos y ellas, todavía lo sufren- gran parte de sus primeros tiempos al punto de no contar con bienes básicos y ganaban para mantenerse vivos para seguir trabajando. Los historiadores británicos cuentan que en la era victoriana –mientras vivió la reina Victoria- los trabajadores tenían costumbres, modos de actuar que nos parecen extraños. Por ejemplo, muchos trabajadores empeñaban su traje o saco los lunes o miércoles porque debían afrontar la compra de comida semanal pero los sábados recuperaban esa vestimenta para poder salir a pasear de modo formal durante el domingo.

Lo lógico sería pensar que se empeñaban cosas de valor como alhajas u otros objetos de lujo, pero la clase trabajadora poseía pobres pertenencias. En Rosario, durante la década de 1920 que es considerada una época de bonanza durante el gobierno de Marcelo T. de Alvear cuando la Argentina llegó a sus más altos niveles de exportación y –supuestamente- se expandió el consumo, nos encontramos que los trabajadores y las trabajadoras empeñaban frazadas, sobretodos y máquinas de coser porque no tenían para comer.

Es cierto, muchos de ellos se dedicaban a la especulación porque no faltaba el avivado que buscara hacerse de un dinero rápido para otras cuestiones. Pero, el marco general indica que la cantidad de empeños era abrumadora y de ello se desprende la cantidad de dinero que varios concejales intentaron aportar, 10.000 pesos. De acuerdo a esa cantidad y estimando que una frazada costara hasta 50 pesos y un sobretodo hasta 70 pesos, estimamos que se podrían haber recuperado entre 200 y 150 bienes. Se debe tener en cuenta que el salario de un varón estaba entre 90 y 120 pesos y que su trabajo era bajo condiciones de flexibilidad, es decir podía ser despedido sin indemnización no tenía días por enfermedad ni vacaciones y, de hecho, en muchos lugares era tomado por día. Por eso, toda la familia se dedicaba al trabajo. Las mujeres podían ganar entre 30 y 60 pesos, y los niños que también hacían su aporte entre 15 y 30 pesos mensuales, si lograban mantener su trabajo.

(Viene de este link) (Continúa…)

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