PROYECTO ESCAÑO

Alí Ben Amar de Sharpe “Chicho Chico” el asesino orejudo – Por Ricardo Marconi

📜 El Rompecabezas de la muerte en Rosario – Por Ricardo Marconi

Alí Ben Amar de Sharpe "Chicho Chico" el asesino orejudo

 

Francisco Marrone, prófugo de la península itálica arribó a Buenos Aires y luego se trasladó a Rosario, a la que en 1930 se la conocía como la “principal sede de la mafia” para concretar un siniestro plan: realizar secuestros extorsivos y asesinatos.

Tras hacer pie en Buenos Aires, se relacionó con mafiosos conocidos en esa urbe, entre ellos Simón Samburgo, quien había salido en libertad de la cárcel rosarina.

Fue a Samburgo –luego de las presentaciones formales-, que sorpresivamente le espetó que venía de Sicilia, debido a que le habían encargado “apoderarse de la mafia” que existía en Rosario y “sofrenar la violencia de Galiffi”.

En otras dos reuniones que mantuvieron Samburgo y Marrone analizaron quienes eran “los elementos mafiosos existentes en Argentina, y especialmente en Rosario”.

Samburgo lo ilustró con lujo de detalles y le recomendó “mucho cuidado en su accionar para evitar la violenta resistencia de Galiffi, quien podía hacerle peligrar la vida”.

Marrone le respondió que “no tenía miedo a morir, que tenía que cumplir una misión y que mientras estuviera él en Argentina, ningún pretencioso tenía que aprovecharse de los paisanos”.

Marrone dejó claro a Samburgo que “si bien venía para hacer la paz y no la guerra, sería firme en su propósito” y para demostrarlo en hechos se relacionó en términos amistosos con Galiffi.

 

La nueva identidad

Recién llegado a Rosario, Marrone ocupó un altillo que le alquilaba José Latorre y pasó a alquilar una mansión en el barrio residencial de Saladillo –Arijón 1010-, donde tenía como vecino al Cuartel del Regimiento XI de Infantería, conducido por el teniente coronel Rodolfo Lebrero, quien de manera simultánea tenía a su cargo la Jefatura de Policía.

Los rosarinos, que sufrían la Década Infame, lo comenzaron a conocer por Alí Ben Amar de Sharpe, al que al poco tiempo la mafia local le colocó el alias de “Chicho Chico”, en razón de oponerse con fuerza, ambición y, con el tiempo, violencia a Juan Galiffi, conocido como “Chicho Grande”. El ascenso del que sería el “Capo” tuvo mucho que ver con la relación que mantenía con los hermanos Héctor, Arturo y Armando Amato, los que lo introdujeron en la vida social. Armando llegó a ser secretario privado del Lebrero y su hermano Héctor formó parte del grupo de abogados de la Policía.

Es más, la hermana de los Amato, María Esther, se convirtió en la prometida de Marrone y, a principios de 1931, las autoridades policiales recibieron la orden de no molestar “al señor de Sharpe”, ya que se trataba del “futuro pariente del secretario de la jefatura, según declarara el comisario Félix de la Fuente.

Un individuo delgado orejón, pintado a la romana y con gomina, con lentes y traje cruzado con corbata, pisó suelo rosarino bajó el nombre de Alí Ben Amar, nacido –según hizo creer a sus interlocutores- en la ciudad de Constantina, en 1900.

Hijo de Niyina Bazis, siria y Elías de Sharpe, egipcio –según sus mentiras-, intentó tomar el control de la mafia local.

Logró la atención de los mafiosos y de la alta burguesía gracias a que pulió el juego de la doble personalidad, mostrándose como un gran señor, con evidente gusto por el lujo, la ostentación y los placeres de la vida.

Los consejeros de la mafia, entre los que se contaba Cayetano Pendino (a) El Padrino, hombre de confianza de “Chicho Grande”, le brindaron su apoyo y se pusieron a su disposición, dándole el trato honorífico de Don. Ello le permitió unificar a la mafia local, entre la que había algunas peleas internas y resentimientos, ya que los componentes de la misma entendieron que las luchas intestinas podrían ser solucionadas por un “elemento externo”.

Sin embargo, la cohesión pronto derivó en la toma del mando por parte de “Chicho Chico” y la pérdida de autoridad de Galiffi, el que comenzó a mirarlo con otros ojos y disgusto.

 

La segunda fase del plan

La segunda fase se hizo realidad con la elección de la primera promoción de guardaespaldas. Allí comenzaron a destacarse con de Sharpe José Consiglio, José La Torre y Raimundo Arangio. El primero y el último de los nombrados se desempañaban, además, como choferes y habían nacido en Agrigento, mientras que La Torre era oriundo de Mineo, provincia de Catania y era conocido como constructor de obras

Consiglio era el secretario de Marrone y se hacía llamar también Carlos Buttice, a la vez que aportó al grupo a su cuñado Carmelo Vinti, quien contaba con experiencia delictiva.

La Torre se especializó en el planeamiento de secuestros y organización acciones grupales como en el caso de Abel Ayerza.

El mafioso Juan Micheli, al ser detenido, recordó ante la justicia que Marrone “vestía muy bien y usaba alhajas de valor”, a la vez que recomendaba a sus hombres “vestir bien, tener buenos modales y dejar de parecer tanos mafiosos”

Romeo Capuani era chofer de la banda y lo ocupaba Marrone para hacer viajes “que pagaba muy bien”, cuando se hacía trasladar a una confitería de Córdoba y Maipú, la sede del Jockey Club de Rosario.

 

La mentira tiene patas cortas

La policía de nuestro medio comenzó a sospechar del que se hacía pasar por “un nuevo rico” y pidió datos al gobierno italiano. Un informe enviado a nuestro país por el Ministerio del Exterior de Italia puso blanco sobre negro: “Chicho Chico” en realidad había nacido en Palermo, el 9 de febrero de 1898 y se había dedicado a la delincuencia mafiosa en su ciudad natal, donde dejó a su paso una estela de crímenes.

El 16 de junio de 1924 fue implicado en el asesinato de Luigi Dannatolla y el 16 de agosto del mismo año ultimó a Vicenzo Palazzolo, homicidios por los cuales los tribunales de Palermo solicitaron su captura. Luego, desde territorio itálico, agregaron el cargo de asociación ilícita.

Marrone, al ver que se le venía la noche, decidió mudarse a Marsella, donde se lo localizó y el 3 de enero de 1930, el Consulado General de Italia en esa ciudad pidió su extradición al gobierno francés.

Marrone, al parecer, a principios de 1930 llegó a Argentina posiblemente desde Brasil o Estados Unidos, donde habría logrado tener contacto con el gangsterismo; aunque otra versión señala que llegó desde Francia.

 

El ciclo de “Chicho Chico” en Rosario

Con Marrone, en nuestro medio, comenzaría un ciclo de actos violentos más notorios que lo que se conocía hasta entonces en nuestra urbe y que dispararía titulares de primera plana a nivel nacional.

Dominado por la seducción de formar parte de la honorable sociedad, “Chicho Chico” decidió convertirse en el “Capo di capi” de la organización mafiosa de Rosario y para ello apeló a llenarse los dedos de sus manos con anillos de tamaño desmesurados y hasta se hizo pasar por ingeniero argelino, llegando al colmo de hacerse colocar una reluciente chapa en el frente de su vivienda, ubicada en la zona sur –Arijón al 1000- pleno barrio Saladillo.

Se mostraba en los mejores restaurantes de moda para, además, exhibir una riqueza que no poseía, pero que tampoco nadie podía discutir por ser imposible de verificar. Eso bastó para encandilar a María Esther Amato, con la que se casaría por civil en febrero de 1932.

Rodeado de un séquito de colaboradores e innúmeros invitados, firmó el acta de casamiento aportando datos de filiación que autores como Rafael  Ielpi califican de improbables. [1]

Otro destacado autor –Héctor Zinni- lo pintó al pistolero que nos ocupa como un sujeto que estacionaba “un automóvil de alto valor por la mañana y otro distinto por la tarde en la puerta de las confiterías de lujo, donde bebía su aperitivo o del restaurante de categoría donde almorzaba y cenaba”.

Vale puntualizar que, a Marrone, la policía lo consideraba como parte de lo que calificaban como “la mafia limpia” y policías corruptos habrían tomado parte por la misma.

 

De la base a la cúspide

Los primeros ingresos de Marrone se generaron a expensas de sus propios connacionales, inferiores en rango como Felipe Scilabra, Luis Dainotto y Esteban Curaba.

Dainotto lo tenía a Marrone por un sujeto de alta categoría; que era muy amigo de un ministro y lo “empaquetó” a Scilabra, sacándole dinero para hacer una gestión por la liberación de su hijo preso, lo que no ocurrió. La víctima del engaño no se animó a hacer reclamos porque le habían dicho que la gestión la haría “Chicho Chico”.

 

El Caso Andueza

Sus hechos delictivos más importantes alcanzaron su cúspide en agosto de 1931, con el secuestro del poderoso comerciante Florencio Andueza.

Antes de introducirnos en el caso Andueza, es necesario señalar que el primer caso de secuestro  se concretó en Buenos Aires, en 1911, y la víctima fue Paulino Vitale.

Andueza, sigilosamente, luego de ser apresado en Vendo Tuerto el 20 de agosto de 1931, es trasladado por los secuaces de “Chicho Chico”, al Barrio  5 Esquinas de Rosario, desde donde se hace las tratativas que le dieron un rédito al mafioso de 100 mil pesos. La mafia mostraba su poder al secuestrar a componentes destacados de la clase alta con fortunas acumuladas.

“Chicho Chico” fue el encargado de rmar la operación del secuestro; José Consiglio de transmitir y supervisar las órdenes y Santos Gerardi efectuó tareas de inteligencia previas, ya que la víctima residía alternativamente en Rosario y Venado tuerto.

La víctima, tras ser dejada en libertad, luego que su familia pagara 100.000 pesos, se negó a brindar información a las autoridades y optó por refugiarse en la República de Chile por un lapso extenso. El terror a represalias hizo el resto y la captura, cobro de dinero y libertad de Andueza quedaron en la oscuridad abisal que evita todo esclarecimiento del secuestro…aunque por poco tiempo…

Uno de los integrantes de la banda, Juan amado, exigió mayor participación en el botín y fue asesinado por Felipe Campeone, en presencia de Chicho Chico, el 11 de enero de 1932.

Otro grupo mafioso, el 31 de marzo de 1932, bajo órdenes de Marrone, secuestró a Julio Nannini, de 19 años y Carlos Gironacci, de 15, en cercanías de la localidad de Albarellos. Nannini era hijo de un comerciante y acopiador de granos y la banda estaba compuesta por Gerardi, Capuani,Campeone, Vinti y José Frenda.

Los secuestrados lograron fugarse de su cautiverio en una vivienda de Marcos Juárez, provincia de Córdoba, ciudad que fue escenario del secuestro de Abel Ayerza.

…ya que inesperadamente comienzan a circular versiones que mencionan como probable autor del rapto a un sujeto que se haría llamar Don Pepe.

Don Pepe, según esos mismos datos, había contratado a dos mafiosos experimentados, cuyos apellidos serían Santos Gerardi, nacido en Burgio, Agrigento y llegado al país en 1920, corrido por la campaña anti mafia de Benito Mussolini y Romeo Capuani, quienes habían sido implicados en las muertes violentas del procurador Romano y del hijo de un millonario de apellido Vivert. A los dos criminales los secundaban los hermanos Antonio y Víctor Michelli, Celestino Fernández, Miguel Cruzetti y Segundo Buisillatto.[2]

 

Entrevista mortal

En marzo de 1931 los componentes de la mafia comenzaron a desfilar por el escritorio de “Chicho Chico”, convocados por Consiglio y La Torre, que hacían de secretarios. Acudían por consejo de Pendino y todo parecía una entrevista para conseguir trabajo. Entre ellos asistió Santos Gerardi, que se había hecho famoso al atentar contra Cayetano Pendino.

Gerardi era violento, rebelde y ambicioso y no quería formar parte del grupo que se dedicaba a los trabajos sucios y en ese momento se había convertido en chofer de un Willys Knight, cedido por La torre. Así tenía auto propio y un empleado. El vehículo era utilizado para cumplir actos mafiosos.

 

El cónclave

El lunes 27 de abril de 1931 se concretó el cónclave en una quinta de San Lorenzo, para resolver rencillas pendientes que separaban a los mafiosos. La quinta estaba a cargo de Juan Logiáconio, cuyos hijos habían sido apadrinados por el mismísimo Juan Galiffi.

Junto a Marrone, participaron de la reunión Luis Dainotto, Esteban Curaba, Juan Micheli, Diego Ullino, Felipe Scilabra, Luis Montana, Salvador  Mongiovi, Carmelo Vinti, José Consigglio, José La Torre, Raymundo Arangio, Santos Gerardi, Santiago Bue, Juan Loiácono, Carlos Cacciato, Felipe Campeone, Diego Raduzzo,  Romeo Capuani, Leonardo Costanza –quien se hallaba prófugo por homicidio y actividades mafiosas-, y Vicente Ipólito.

Testimonios de mafiosos hablan de Blas Bonsignore, Joaquín Lo Greco y los hermanos Gaspar y Pascual Bruculera. Samburgo tenía a todos estos sujetos como jefes, subjefes, jefes de grupos y jefes de decenas de la mafia, junto a consejeros.

En la convocatoria e habría hablado de cuestiones de trabajo y de la situación personal de los convocados. Don Chicho hizo un aparte con Consiglio, Micheli, Gerardi, Arangio y Capuani, a los que encomendó “no dejar rastros”. Evidentemente la gente de Chicho estaba armada. Consiglio y Arangio, vale aclararlo, portaban escopetas.

Marrone, en la pieza principal propuso realizar una reunión aparte con Dainotto, Curaba, Scilabra, Raduzzo, Mongiovi, Ipólito y Costanza. El resto debía continuar en el patio, a las órdenes de Consiglio.

 

Recriminaciones

En la reunión íntima, Don Chicho comenzó con una serie e recriminaciones y con un dedo levantado puntualizó: “Aquí, entre nosotros, hay espías. Curaba ha atentado contra los reglamentos de la sociedad. Se ha portado mal con la mujer de un amigo. Es un canalla”.

Curaba intentó defenderse de las imputaciones que se le hacían”, refirió luego Ipólito, pero “Don Chicho no lo aceptó”.

Luego le tocó el turno a Dainotto: “Usted ha dado una información a la policía, en contra de los intereses de la sociedad. Usted es un vigilante”, acusó Marrone.

Dainotto y Curaba fueron ahorcados, los mafiosos les ataron una soga al cuello y luego, con los extremos les ataron las piernas, colocadas previamente hacia atrás, de manera que quedaban arrodillados”.

 

La última conversación

Marrone le ordenó a  Arangio que regresara a Rosario en un auto en búsqueda de Cayetano Pendino y que le dijera que lo esperaba porque quería conversar con él.

El antiguo consejero acudió a la cita sin saber que iba hacia su muerte. Pendino fue asesinado apenas se hizo presente.

El 30 de abril las esposas de Dainotto y Curaba recibieron telegramas en los que les hacían saber que se hallaban en Montevideo, gozando de perfecta salud. Lo denunciaron ante el juez Desiderio Ivansich y el 12 de mayo, los cadáveres de ambos fueron descubiertos en una fosa junto al río Carcarañá, cerca de Serodino.

Los restos de Pendino fueron hallados el 12 de abril de 1938, enterrados en el patio de la casa de Logiácono.[3]

 

 

 

[1] Rafael Ielpi  menciona en tal sentido la condición de soltero de Morrone, así como su nacionalidad francesa y dos padres de origen árabe, Niyina Bazis, de origen sirio y Elías de Sharpe, egipcio, a los que el pistolero “declaró como fallecidos”.

[2] Rafael Ielpi, Vida Cotidiana Rosario 1930/1960, pág. 87.

[3] Crónicas de la Chicago Argentina Nº 3 La Guerra de los gangsters. Osvaldo Aguirre.

 

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*Ricardo Marconi es Licenciado en Periodismo y Posgrado en Comunicación Política

Viene de acá: La ciudad en pie de guerra

Continúa aquí: Zwi Migdal: la mutual de los rufianes

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