PROYECTO ESCAÑO

Berni ataca – Por Juan Pablo Darioli (Dos en la ciudad)

Dos en la ciudad – Por Juan Pablo Darioli

Berni ataca

Antonio Berni y Benito Quinquela Martín fueron contemporáneos y dos de los mejores exponentes del arte plástico nacional del siglo XX. A ambos los motivó el escenario portuario de sus contextos, la realidad cruda de los trabajadores y las condiciones en las que éstos desarrollaban sus labores. Aunque, mientras Quinquela se inspiraba en las orillas del barrio de la Boca, que tanto ayudaría a hacer trascender internacionalmente, a Berni le tiraban más las realidades conexas del complejo exportador de la Rosario, que ya llevaba el mote de la “Chicago argentina”. Se encontró, caminando por las calles de Pichincha, con historias que derivaban de la actividad portuaria pero desde una noción contraria a la del progreso imparable, tan vigente por aquella época. La pobreza infantil, con Juanito Laguna, y el trabajo sexual, con Ramona Montiel, fueron problemáticas que guiaron las pinturas, los grabados y los murales del hombre homenajeado por estos días en nuestra ciudad.

Antonio Berni con su xilocollage “Juanito pescando” de 1962.

Pese a haberse ido en 1925 a estudiar a Madrid con una beca del Jockey Club de Rosario, Antonio volvió con los pies en la tierra para pensar la realidad de la ciudad, del país y del planeta.

“yo no hice más que asumir como artista mi compromiso con el país. El artista está obligado a vivir con los ojos abiertos y, en ese momento, la dictadura, la desocupación, la miseria, las huelgas, las luchas obreras, el hambre, las ollas populares eran una tremenda realidad que rompía los ojos.”

La referencia es al régimen de Uriburu y a una país que recibía las corrientes de pensamiento sindical, anarquista y de izquierdas. Con ese mismo ojo crítico y comprometido, sobre el final de su vida dejaba en una carta a su mujer de entonces una queja sobre la despersonalización alienante de los hoteles (“no se si me encuentro en Roma, Brujas o Túnez”): “La ciudad, las plantas, el río, las islas ahora me parecen abstracciones”. Esa conexión de Berni con su tiempo permite traerlo al presente a través de dos líneas. Una es la curaduría estética de su época en las obras de Juanito Laguna realizadas con material reciclado, los grabados inmensos como piezas industriales y el trabajo fotográfico en los prostíbulos, casi un testimonio de una rosario mitológica. La realidad que le “rompía los ojos”. En el presente, el análisis del contexto social y ambiental desde una perspectiva crítica tiene poco lugar en el canon artístico y se utiliza más para justificar los gigantes de cemento que tendrán “formas suaves y curvas que tienen el lenguaje del agua”. Arquitectura y paisajismo en el desarrollo inmobiliario que se apresta a aprobar la excepción el Concejo Municipal este jueves, que lleva la marca de Pininfarina y se va a levantar donde eran los talleres de impresión de La Capital.

Las realidades conexas del modelo Rosario son silenciadas, escondidas o rotuladas con motes estigmatizantes. La armonía se busca entre el río y un edificio de 120 metros, no entre los rosarinos y su ciudad.

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Por otro lado, el Sindicato de Trabajadores Municipales trajo a colación las inquietudes políticas de Berni en el enfrentamiento que desató el intendente Javkin por los aumentos paritarios. Alrededor del Museo Castagnino, donde se lleva adelante la muestra Berni Infinito, los municipales colgaron pasacalles con frases de referentes políticos y artistas populares y algunas otras consignas alusivas a la lucha laboral.

El conflicto con el gremio municipal es una consecuencia directa del pésimo resultado en las elecciones del frente Unidos en la ciudad. La cabeza de lista, Carolina Labayru, parecía ser una buena candidata por su desempeño como funcionaria pero no llegó a mover el amperímetro y quedó deslucida entre Aleart y Monteverde. Pero el mayor problema es que los descontentos con el cierre de lista estuvieron esperando el mal resultado para cobrarse. María Eugenia Schmuck, que mira como se aleja su sueño de sentarse en el Palacio de los Leones, fue la que más se mostró enojada una vez terminada la rosca de las listas y para calmar un poco las aguas le dieron la jefatura de campaña. Pasadas las primarias, vuelve el reclamo. Al otro día de los comicios, Javkin levantó el teléfono y le cantó las cuarenta a los funcionarios con llegada al territorio, algunos de ellos de la tribu descontenta.

Las dos estrategias en disputa eran interna potente vs unidad ordenada. El gobernador, el intendente y los partidos fuertes del frente armaron una lista que de tan ordenada no tenía atractivo y el discurso de campaña se complicó. Mostrarse gestionando pero sin que se vea a Javkin. Levantar los logros en seguridad pero con Pullaro y no con Bullrich. Todo muy enredado. De cara a las generales, la decisión es sacar de la casa al que no fue a votar en abril, movilizándolo desde la reacción gorila, de derecha, con una parafernalia bien mileísta, de batalla cultural. Una pantomima paupérrima con el tema ficha limpia en el Concejo, mandar a levantar a los feriantes del río en un contexto de crisis socio-económica y hacerse los duros con la representación sindical de los laburantes.

“El intendente ha tenido una cosecha bastante magra en la última elección, entonces quieren los votos de La Libertad Avanza, poniéndose a la derecha de la derecha. Cree que atacando a los municipales lo va a lograr, pero nosotros solo queremos solucionar nuestro problema salarial”.

Esa es la campaña de Unidos en Rosario.

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