📜 El Rompecabezas de la Muerte en Rosario – Por Ricardo Marconi
El "Gato Andrada" un agente "s" de inteligencia en la dictadura
Aquella tarde de domingo de primavera el sol caía con toda su potencia sobre el estadio auriazul, donde el silencio era sepulcral y la tensión, producto de la angustia de mi primo Osvaldo y de mi tío Sergio eran insoportables.
Los acompañaba, domingo por medio para entretenerme viendo el espectáculo de la hinchada, ya que el fútbol mucho no me interesaba, ya que era sólo un simpatizante –aún lo sigo siendo-, de San Lorenzo de Almagro.
Estábamos, en esos instantes, viviendo desde la popular los momentos previos a un tiro libre, que debía hacerse desde el lateral izquierdo del ataque contrario al de Rosario Central y a sólo unos pocos metros de la línea demarcatoria del área grande.
La barrera centralista se colocó siguiendo las instrucciones del “Gato” Andrada y, pegada a ella, se entremezclaban jugadores visitantes y locales.
El “Gato” se paró casi junto a su parante izquierdo del arco y en una misma línea con el último jugador de Central, que cruzaba sus manos entre las piernas. Andrada, con una gorrita, agudizaba la vista, debido a que el sol le pegaba en el rostro.
El shoteador, tras escuchar el sonido del silbato del referí, miró la pelota e hizo una corrida breve para ejecutar un disparo cruzado, hacia su izquierda, con la intención de clavarlo en el ángulo derecho del cuidador de los tres palos.
El “gato” instintivamente se arrojó –se puede decir que voló-, hacia su derecha, al ángulo hacia donde la pelota tenía destino de gol y con la punta de los dedos de su mano derecha alcanzó a rozar la pelota para lograr desviarla en su trayectoria hacia el corner.
El réferi tocó nuevamente su silbato e indicó levantando su mano derecha para marcar que debía hacerse un tiro de esquina, mientras los hinchas centralistas difuminaron, con un grito que salía de sus entrañas, la angustia que habían acumulado. Los simpatizantes del equipo contrario se agarraban la cabeza con desesperación y bronca.
El “gato” Edgardo Norberto Andrada, con una de sus felinas estiradas había salvado a Central por enésima vez en su carrera deportiva.
La trayectoria del “gato”
Había nacido el 2 de enero de 1939. Empezó a jugar en las inferiores del club Rosario Central en 1957 y el 15 de mayo de 1960 fue convocado para jugar en primera contra Racing.
Su altura, de 1,78 metros, no era el ideal para estar bajo el arco, pero Andrada compensaba su falta de altura ideal con una agilidad impresionante durante los 284 encuentros que disputó, siendo el 9º jugador con más presencias en partidos del club. Jugó en la 4º y en 1º de la Liga Rosarina y en la Reserva de la AFA, siendo el reemplazante del arquero Bertoldi.
A partir del 8 de mayo de 1969 fue vendido al Vasco Da Gama, donde jugó de arquero titular durante varios años y con el equipo de Brasil obtuvo dos títulos –en 1970 y 1974-, dejando el equipo en 1976, año en el que se desempeñó en el Esporte Club Vitória de Brasil durante 13 partidos.
A su país regresó en 1977 para atajar en Colón hasta 1979, cubriendo los tres palos durante 122 partidos.
Finalizó su carrera a los 43 años (1982) en Renato Cesarini que ese año disputó el Campeonato Nacional durante 16 partidos y, posteriormente, pasó a desempeñarse en las inferiores de Central.
De arquero a espía
Poco antes de abandonar su carrera deportiva, en 1981, ingresó al Servicio de Inteligencia del Ejército, más específicamente al Destacamento de Inteligencia 121.
Hasta principios de 2008, el recuerdo de Andrada fue casi un patrimonio futbolero. Se lo tenía presente como un arquero elástico, que había hecho casi toda su carrera en Rosario Central, donde se destacaba por estirarse para atajar pelotas que parecían imposibles, como su lo hacía su admirado Lev Ivánovich Yashin, “La Araña Negra”, el legendario arquero del Dínamo de Moscú y la selección de la Unión Soviética.
También, y fundamentalmente, como el arquero argentino al que Pelé le había hecho su gol número 1.000.
El gato y su relación con la represión
Sin embargo, en febrero de 2008, la declaración de un integrante de los grupos de tareas dedicados a la represión ilegal durante la última dictadura argentina, puso por primera vez su nombre fuera de las páginas deportivas de los diarios.
–El Gato Andrada integró la patota que secuestraba gente en Rosario – según el testimonio del represor Eduardo Costanzo al juez Carlos Villafuerte Ruzo, cuando estaba siendo juzgado por delitos de lesa humanidad.
Edgardo Norberto Andrada nació en Rosario el 2 de enero de 1939. Hincha de Rosario Central, empezó a jugar en las inferiores del club en 1957. Se destacaba por un estado físico fuera de lo común, que lo hacía un arquero eficaz, a pesar de tener poca estatura para un puesto de arquero, reservado a los altos. Ya por entonces siempre salía a la cancha vestido negro, en su afán de emular –como señalamos-, a Yashin.
Desde el 15 de mayo de 1960, en un partido que recibió dos goles, durante 9 temporadas fue el arquero indiscutido del equipo canalla. Las estadísticas registran que jugó 284 partidos con Rosario Central, en los que le hicieron 208 goles.
En mayo de 1969, Rosario Central lo vendió al Vasco Da Gama, donde pocos meses después sufriría el milésimo gol de Pelé. Con el equipo brasileño logró ganar los dos títulos de su carrera: el Campeonato Carioca de 1970 y el Campeonato Brasileño de 1974. Dejó el equipo en 1975. Cuando se lo consideraba uno de los mejores arqueros de la historia del club.
El “Agente S”
-¿Formó parte del Ejército? – le preguntó el periodista Nicolás Lovaisa en febrero de 2008.
–Sí, yo estuve en el Ejército, pero no así. Hay cosas de las que no se pueden hablar, es así – respondió Andrada.
El “no así” del ex arquero se refería a la acusación de haber formado parte de un grupo de tareas que actuó en Rosario y de haber participado en el secuestro de los militantes peronistas Osvaldo Cambiaso y Eduardo Pereira Rossi el 14 de mayo de 1983, cuando la ya dictadura estaba llegando a su fin.
Según el legajo del Ejército, Edgardo Andrada se incorporó como personal civil de inteligencia el 25 de agosto de 1981 –cuando todavía jugaba el fútbol en el Renato Cesarini– y recibió el alías de Eduardo Néstor Antelo. En los informes también se señalaba su cargo: Agente “S”.
Ahí se consigna que formó parte del Destacamento 121 de Inteligencia del Ejército como personal civil entre 1981 y el año 2000. Llegó allí por recomendación del teniente coronel Jorge Roberto Diab.
Documentos reveladores
En el legajo de Andrada puede leerse: “Lo presentó el teniente coronel Jorge Roberto Diab del Servicio de Inteligencia del Ejército el 25 de agosto de 1981. Lo conoce desde el año 1975 por tener amistad. Andrada jura guardar lealtad y fidelidad a la patria y guardar el secreto más absoluto en el desempeño de sus funciones y tareas ante Luis Américo Muñoz en fecha 1 de marzo de 1982”.
Antes de su ingreso definitivo se evaluaron sus capacidades. En las “Conclusiones” del informe, fechado el 27 de octubre de 1981, el teniente coronel César Ariel Volpe destaca: “Con predisposición natural o adquirida para fuente de investigaciones y agente de Reunión en el ámbito político”.
Otro informe interno, donde el capitán Víctor Hugo Rodríguez califica su desempeño entre mayo y octubre de 2003, señala:
“Su figura de ex arquero de Rosario Central, concita adhesiones y confianza especialmente en los barrios de trabajadores lo cual facilita su penetración al objetivo impuesto. Si bien su edad supera el límite establecido, su potencialidad de penetración y capacidades personales, hacen sumamente beneficiosa su integración a esta unidad, viéndose justificada la proposición de su nombramiento (…) Posee una variada red de informantes. Trabaja con dedicación exclusiva”.
El secuestro de Cambiaso y Pereyra Rossi
En su declaración de febrero de 2008 ante el juez Carlos Villafuerte Ruzo, represor Eduardo Costanzo no sólo señaló que Andrada era Personal Civil de Inteligencia del Ejército, sino que sostuvo que “participó del operativo que terminó con la desaparición y la muerte de los militantes peronistas Osvaldo Cambiaso y Eduardo Pereira Rossi el 14 de mayo de 1983”.
Ese día, Cambiaso y Pereyra Rossi se encontraron en el Bar Magnum, en la esquina de las calles Córdoba y Ovidio Lagos, en Rosario. Llevaban pocos minutos ahí cuando entró una patota parapolicial al local y se los llevó a punta de pistola. Sus cuerpos baleados aparecieron tres días después en la ciudad de Zárate, en la provincia de Buenos Aires.
Los militantes peronistas Osvaldo Cambiaso y Eduardo Pereira Rossi.
Un día después de la aparición de los cuerpos, el Ministerio del Interior y la Policía de la Provincia de Buenos Aires informaron en dos comunicados casi calcados que Pereyra Rossi y Cambiaso había sido “abatidos en un enfrentamiento” con policías del Comando Radioeléctrico de la Unidad Regional de Tigre.
El hecho conmocionó a la opinión público, porque reflotaba, en las postrimerías de la dictadura, la vieja metodología de secuestros y asesinatos disfrazados de enfrentamientos con los que el plan sistemático de desaparición de personas pretendió encubrir la política de aniquilamiento de la represión ilegal.
Los peritajes que se hicieron sobre los cuerpos demostraron que “los dos militantes peronistas habían sido golpeados y torturados con picana eléctrica antes de ser asesinados con disparos a quemarropa”.
En el caso quedaron implicados el entonces oficial principal de la Bonaerense Luis Abelardo Patti y los suboficiales Juan Amadeo Spataro y Rodolfo Diégez.
Juicio y condenas
Debieron pasar 33 años, hasta mayo de 2016, para que el Tribunal Oral Federal N°2 de Rosario, condenara a prisión perpetua a Patti y Spataro como coautores materiales de los delitos de privación ilegal de la libertad, tormentos y homicidio, en todos los casos con agravantes.
A igual pena condenó a Pascual Guerrieri, que era en la época jefe del Destacamento 121 de Inteligencia del Ejército en Rosario, y su segundo, Luis Américo Muñoz, como coautores mediatos de esos mismos delitos.
En el juicio fueron absueltos varios compañeros de Andrada en el Destacamento 121 de Inteligencia rosarino, los agentes civiles Juan Andrés Cabrera, Ariel Antonio López, Walter Dionisio Salvador Pagano y Carlos Antonio Sfulcini.
“No quiero hablar más, pibe”
Después de la denuncia del represor Costanzo, Edgardo “El Gato” Andrada demoró tres años en declarar frente al juez Villafuerte Ruzo. En su declaración sostuvo lo que venía sosteniendo desde el principio, esto es que había revistado en el Departamento 121 de Inteligencia del Ejército como agente civil, pero que nunca había participado de la represión ilegal.
Nunca quiso hablar públicamente del tema, salvo alguna declaración esporádica cuando lo sorprendían con una pregunta. La única vez que se explayó fue ante el periodista Nicolás Lovaisa, poco después de que se conociera la denuncia.
Murió el 3 de septiembre de 2019, a los 80 años. En las necrológicas se lo recordó por su oscuro pasado como “El Agente S” de inteligencia durante la dictadura.
El diálogo fue reproducido por Diario Uno y Lovaisa lo recuperó después en su libro “Tiempo recuperado”:
-No quiero hablar, es una cosa (la denuncia de Costanzo) que no tiene ni ton ni son. Sería muy bueno si vos no dijeras esto, que no es verdad – empezó Andrada.
-Yo le estoy dando la posibilidad de que usted me diga lo que quiera – insistió el periodista.
-Pero es que no quiero hablar, porque lo que él dice no es verdad.
-¿Usted se jubiló como integrante del servicio de inteligencia?
-No.
-¿Formó parte del Ejército?
-Sí, yo estuve en el Ejército, pero no así. Hay cosas de las que no se pueden hablar, es así.
-¿Por qué no puede?
-Porque no puedo seguir haciéndole el caldo gordo a este tipo. Si la justicia me llama a declarar iré, pero Costanzo miente. Involucró a todo el mundo. Antes dijo que se tiraba la gente al mar, después que no…
-¿Conoce a Costanzo de esa época?
-No, y no quiero hablar más pibe. De fútbol no tengo problemas, pero de esto no quiero charlar.
-¿Fue funcionario en democracia?
-¿Quién, yo? No pibe, olvidate, está todo bien, está todo bien.
Edgardo “El Gato” Andrada nunca fue sometido a juicio por su participación en el Destacamento 121 de Inteligencia del Ejército. Falleció en su casa en la ciudad de Rosario.
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*Ricardo Marconi es Licenciado en Periodismo y Posgrado en Comunicación Política
Foto: Edgardo “El Gato” Andrada
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