El rompecabezas de la muerte en Rosario – Por Ricardo Marconi
El secuestro de Tulio Valenzuela a manos de un grupo de tareas de Leopoldo Fortunato Galtieri
A fines de 1976, en Rosario, ya habían sido asesinadas alrededor de 3.000 personas[1], como resultante de la denominada “Guerra Sucia”, iniciada –como adelantamos oportunamente en 1975 en Tucumán-, con el operativo “Independencia”, ámbito en el que se aplicó la tortura, el secuestro y la ejecución clandestina, soslayando las órdenes del gobierno constitucional de ese entonces, llegando a alcanzar, incluso, a psicoanalistas, profesores e intelectuales ajenos a la lucha armada.
Obviamente, no había un combate franco, a cara descubierta, ya que el exceso fue la guerra interna incipiente.
Fue entonces que se decidió en las fuerzas armadas seleccionar a ciertos secuestrados para “recuperarlos”, aunque ya estaban doblegados por la tortura sistemática, el terror y las promesas de sobrevida. Armaron los militares un staff de colaboradores que se dedicaban a “marcar” a compañeros en las calles, quienes, en algunos casos, fueron enviados a cumplir su función específica al Ministerio de Relaciones Exteriores.
El staff estaba compuesto por Graciela García Romero “La negrita”; Anita Dvatman “Barbarella”; Marta Bazán “Coca”; Marisa Murgier “Estela”; Alfredo Bursali “El Gordo” –sobre el que aseveraron, entregó a casi 200 militantes– y Caprioli “El chancho”, al que habrían enviado a Europa a buscar los dólares de los Montoneros que habían cobrado del rescate a los Born.
Tulio el estudiante
Tulio Valenzuela nació en San Juan en 1945 y vivió en su ciudad natal hasta que decidió mudarse a Buenos Aires para estudiar Derecho en la Universidad de Buenos Aires y fue allí que tomó la decisión de ingresar a la Juventud Peronista para unirse, años más tarde, a Montoneros.
Debido a su militancia se trasladó a Jujuy, donde se casó y mantuvo lo que puede considerarse un fugaz matrimonio, para luego regresar a Rosario, donde fue detenido en 1972 y derivado, como preso político al penal de Rawson, catalogado como de máxima seguridad.
Tras la fuga de los dirigentes del ERP, FAR y Montoneros, el 15 de agosto, pasó a ser el segundo al mando de los montoneros presos, siendo liberado el 25 de mayo de 1973, en razón de la amnistía general a los presos políticos decretada por el gobierno de Héctor Cámpora.
Jefe político de la Columna Rosario
De regreso a Rosario, como militante contribuyó a la formación de una nueva columna en1973 y en 1974 se convirtió en el jefe político y militar de la Columna Rosario, alcanzando el grado de mayor, quedando a un paso de conformar la conducción nacional.
Tras golpe militar de 1976, y producto de la represión que sufrió la Columna aludida, Valenzuela parte al exilio con su compañera, Raquel Negro, y el hijo de ella, lo que implicó, como exiliado, que recorriera Costa Rica, Nicaragua, Uganda, Suiza, España, Brasil y Paraguay para volver a Argentina en 1977.
Tucho se despide
Hacia mediados de 1977 Valenzuela (Tucho), siendo responsable de la Columna Rosario de Montoneros, se despidió de su compañera Raquel Negro y de sus hijos María y Sebastián.
Tenía que salir del país para concurrir a una reunión con la Conducción Nacional Montonera y luego se dirigiría con los componentes de la misma a Brasil.
La detención de Laluf
Un Grupo de Tareas del II Cuerpo de Ejército de Rosario detuvo al segundo en el mando de Valenzuela, Carlos Laluf, luego de acorralarlo y secuestrarlo para llevarlo luego a la denominada Quinta de Funes, un centro clandestino de detención, donde el capturado se prestó a ser una especie de “agente doble”, con lo que logró que lo liberaran.
Laluf, ya en libertad retornó a la militancia y poco después entregó a dos compañeros que también aceptaron ser agentes dobles.
Raquel tenía que ir a Brasil, acompañada de Carlos, para encontrarse con Tulio, pero luego desistió y prefirió ir sola. Los militares le ordenaron a Laluf que enviara a otro militante que no supiera nada del juego de agentes dobles con que controlaba la operación de espionaje.
Contacto
El militante que desconocía el operativo hizo contacto con Tulio, le entregó un informe sobre la Columna Rosario –que había sido escrito por los militares en la Quinta de Funes-, y recibió de él la suma de 70.000 dólares para el funcionamiento de la columna que después, a través de Carlos Laluf, irían a parar a las arcas del grupo de tareas y, además, arregló un encuentro entre Carlos y Tulio en Brasil.
El grupo militar, por órdenes de Videla y Galtieri dejó salir a Laluf para que se trasladara a Brasil con Leopoldo, otro militante “quebrado”, pero no encontraron a Tulio porque se equivocaron al concertar la cita.
Pero, casualmente se encontró Leopoldo con Raquel en Copacabana y pudo recuperar el contacto. Poco después se encontró Leopoldo con su responsable de Montoneros y también amigo en la ciudad de Puerto Stroessner. La reunión estaba siendo vigilada por el Grupo de Tareas del II Cuerpo.
Galtieri se jugaba a todo o nada
Si lograba dominar la conducción montonera, a Leopoldo Fortunato Galtieri le habían prometido la jefatura del Estado Mayor del Ejército cuando el general Viola reemplazara a Videla en la comandancia del arma.
El objetivo y la emboscada
El objetivo era el de capturar a Tulio cuando se encontrara con Laluf, trasladarlo al centro clandestino de Funes y conseguir que colaborara con las fuerzas armadas.
Estaba terminado diciembre de 1977, Tulio, su compañera y su hijo pasaron la frontera para dirigirse a Mar del Plata, donde tenían que reunirse con Carlos.
Raquel, embarazada de 7 meses de mellizos, tenía la misión de hacer los contactos y en la tarde del 2 de enero de 1978 fue a una cita con otro “quebrado”, en la intersección de Luro y Catamarca.
Los militares de la Quinta de Funes pidieron “Zona Liberada” a la Subzona Mar del Plata y se vistieron de turistas para preparar una emboscada.
Los militares-turistas utilizaron a uno de ellos para que gritara “¡ese es el ladrón. ¡Ese es el que se robó la moto!
Luego varios gritaron a la vez y cayeron sobre Tulio, que se hallaba en la puerta de la tienda Los Gallegos, donde lo molieron a trompadas y los metieron a Tulio y a Raquel en un coche.
Así, fueron víctimas de una trampa y a los pocos minutos se llevaron a su hijo desde el interior de la tienda para introducirlo en un automóvil. Raquel y su compañero estaban en otro.
En media hora, el Grupo de Tareas estaba pasando sus prisioneros a un camión que los esperaba en la ruta, y esa noche, muy tarde, llegaron a Rosario.
La sorpresa de Tulio
Los metieron en la Quinta de Funes y allí Valenzuela se sorprendió cuando, en vez de torturarlo, lo llamaran “mayor Valenzuela”. Quien a ese momento llevaba sobre sus espaldas siete años de militancia –tenía 32 años-, a sabiendas que esa no era la conducta que se podía esperar de sus enemigos seguí los hechos que se sucedían con sorpresa.
Todo se aclaró en pocas horas, cuando uno de los oficiales de Galtieri le contó el plan: Tenía que conducir a un grupo de tareas hasta la siguiente reunión de la Conducción Nacional Montonera, en México, donde los militares intentarían secuestrar y matar a los componentes del grupo.
La audiencia de Mar del Plata
Durante cinco horas se extendió la audiencia ante el Tribunal Oral en lo Criminal Fiscal de Mar del Plata.[2]
Si bien el caso de la pareja, incluso la apropiación de su hija e hijo menores, tienen sus responsables penales en la justicia federal de Rosario y Paraná, respectivamente, en el segundo tramo de la causa, denominada “Subzona 15”, el Tribunal juzgó el secuestro de la pareja y el hijo de la mujer, de un año y medio y la posible zona liberada para la operación que desde Rosario había diseñado el entonces jefe del II Cuerpo de Ejército Galtieri.
El ex militar Carlos Víctor Milanese, que al momento del episodio pertenecía al Centro de Operaciones de Inteligencia de la Subzona 15, llegó acusado al Tribunal por los secuestros aludidos.
El Tribunal estuvo integrado por María Claudia Morgese Martín y los jueces Héctor Sagretti y Fernando Machado Pelloni. Como fiscal actuó Laura Mazzateri, titular de la Fiscalía Federal Nº1 y como auxiliares María Eugenia Montero y Julio Arail, de la Oficina de Coordinación de Derechos Humanos de Mar del Plata.[3]
Testimonios
En la esclarecedora audiencia prestaron testimonio Sabrina Gullino Valenzuela Negro, quien recuperó su identidad en 2008, luego de una prueba de ADN, que reveló que es hija de la pareja; el hermano de Raquel y su esposa; Jorge Rogelio Negro y Silvina Palou; Matías Espinoza y Miguel Bonasso[4], ex secretario de Prensa de Montoneros al momento de los hechos, el que se entrevistó con “Tucho” en México, donde pudieron conversar sobre su secuestro y los motivos del envío al exterior por parte de los represores.
De acuerdo a los testimonios vertidos en el juicio, Tulio y Raquel viajaron a Mar del Plata, con el objetivo de mantener una cita cada uno. Habían sido pautadas de antemano en un territorio “más calmo”, en el interior bonaerense, en tiempos de persecuciones, secuestros y crímenes cotidianos.
Detalles de la versión tribunalicia
Eran las cinco de la tarde del 2 de enero de 1978: plena temporada marplatense en las concurridas calles céntricas de la ciudad. Tulio estaba –como ya indicamos-, en la puerta de la tienda Los Gallegos con Sebastián, el hijo de Raquel, en brazos. “¡Es el que robó la moto!”, gritaron los secuestradores y se abalanzaron sobre él. Le arrebataron al niño. Valenzuela supo que la cita había sido cantada y que quienes los estaban intentando detener no eran policías sino “los genocidas operativos del II Cuerpo del Ejército”, como los definió Bonasso, que habían concurrido especialmente a realizar el operativo.
Según los relatos, la víctima resistió todo lo que pudo, lo cual despertó la intriga de los ocasionales transeúntes. Cuando un policía quiso intervenir, enseguida lo quitaron de allí. Le mostraron una credencial del Ejército y le dijeron que se vaya del lugar porque tenían “área libre para operar”, según el propio Tulio le contó en una larga conversación a Bonasso, con quien se encontró en México unos 15 días después. Lo golpearon en la cabeza y lo subieron a un auto. El niño fue subido en otro vehículo.
De acuerdo con los testimonios, a pocos metros, en la intersección de Luro y Catamarca, Raquel, que estaba embarazada de mellizos, también fue secuestrada. Cuando se encontró con su cita, "Leopoldo", éste se rascó la nuca a modo de señal. Ella se dio cuenta que la había entregado y le lanzó: “Sos un hijo de puta”.
En la ruta camino a Rosario, la pareja y el niño fueron subidos a un camión con dirección al centro clandestino de detención que se conoció como la Quinta de Funes. Allí estaba secuestrado un compañero de militancia, Jaime Dri, llevado a modo de “préstamo” desde la ESMA -donde se encontraba cautivo-, quien tiempo después contó que la detención de Valenzuela estuvo particularmente planeada desde allí. En este lugar se buscaba “quebrar” a los detenidos y detenidas para que presten colaboración con los militares y se infiltren dentro de la organización revolucionaria a la que pertenecían.
Operación México
Según se ventiló en el juicio, este fue el propósito que llevó a Galtieri, por orden de Jorge Videla, a diseñar el secuestro de Valenzuela: en una entrevista cara a cara, le dijo que debía viajar a México, en lo que se conoció luego como “Operación México” y pautar, a través de Miguel Bonasso, un encuentro con la cúpula de Montoneros que les permitiera a los militares que viajaban infiltrados junto a él, secuestrar o asesinar a sus dirigentes. Si se negaba, los mataban a ellos.
"Yo sé que, si vos vas y no vendes a tus compañeros, a mí me van a matar. Pero si vos vas y entregas a tus compañeros, no vengas más", le habría dicho Raquel Negro a Valenzuela, a sabiendas que representaría para ambos una sentencia de muerte, según declaró el periodista.
El 16 de enero de 1978 llegan a México y al día siguiente Valenzuela toma contacto con la organización y los pone en conocimiento de los planes militares. Y el 18 de enero Tulio denuncia públicamente la Operación México en una conferencia de prensa, a la vez que hace conocer lo que ocurría en la Quinta de Funes. Esa misma noche, las autoridades mejicanas expulsaron a los miembros del comando militar.
La reconstrucción de Bonasso
Bonasso reconstruyó que Valenzuela le hizo creer a los militares que cumpliría con todo lo pedido, e incluso logró que el hijo de Raquel, “el Quinqui”, fuera liberado y llevado a casa de su abuela materna en Rosario. Ya en México, hasta donde habían llegado con documentación apócrifa, Valenzuela se entrevistó con Bonasso, quien recapituló esta historia en el libro “Recuerdo de la Muerte”.
“Vino a decirme que necesitaba verse con la conducción nacional de Montoneros”, relató Bonasso. Agregó que tiempo después recibió dos cintas con la voz de los dirigentes Roberto Perdía y Horacio Mendizábal, donde explicaban cuál era el plan y que efectivamente Valenzuela había viajado con miembros del Ejército y ex compañeros que habían accedido a colaborar con los militares en esa causa, entre ellos “El Nacho”, Carlos Laluf.
Operativo público
Los casetes también daban instrucciones para hacer público el operativo a nivel nacional e internacional. “Era un verdadero escándalo que la dictadura militar argentina, en vísperas del Mundial del 78, decidiera operar clandestinamente violando la soberanía de México, con la intención de secuestrar y asesinar, si no era posible el secuestro”, relató Bonasso, quien entonces -explicó- organizó una conferencia de prensa con cuatro periodistas de confianza, con el acuerdo de Valenzuela. “Era la conferencia de prensa de vida o muerte de los seres que más quería en la tierra”, rememoró.
Bonasso contó que en México Valenzuela habló con periodistas y les dio un número de teléfono de la Quinta de Funes. Desde el diario Uno más Uno se comunicaron, lo cual llevó al levantamiento del centro clandestino y traslado de los detenidos y detenidas, entre ellas, Raquel Negro.
La Conducción de Montoneros, para febrero, a pesar de lo hecho por Valenzuela, lo sometió a un juicio revolucionario, encontrándolo culpable de los delitos de traición, delación e instigación.
Y por traición, el Tribunal Revolucionario, presidido por Mario Firmenich y Roberto Perdía, entendiendo que Valenzuela “había colaborado con el enemigo para infiltrar la organización con el objetivo de asesinar a Firmenich”, pese a que el hecho no se había llevado a cabo, aunque precisamente por el accionar de Tulio el asesinato se había evitado” sólo lo degradó de Mayor a Subteniente, esto es 4 rangos menos.
Cinco meses después, Valenzuela regresó a Argentina, en el marco de la Primera Contraofensiva y, al verse cercado por integrantes de un grupo de tareas de la ESMA, se suicidó ingeniero una pastilla de cianuro en julio de 1978.
La situación de Raquel
Luego Raquel Negro de, paso por los centros clandestinos Escuela Magnasco y “La Intermedia”, la mujer fue llevada a parir al Hospital Militar de Paraná, en Entre Ríos, donde dio a luz a sus hijos mellizos en los primeros días de marzo de 1978. La niña fue adoptada luego de ser dejada en la puerta del Hogar del Huérfano con un mes de vida. El niño aún es buscado por su familia biológica. Desde entonces, la mujer permanece como desaparecida.
Vale indicar, respecto de Raquel Negro que el juez Gustavo Ibañez dispuso el procesamiento y la prisión preventiva de 6 imputados en el robo de los mellizos de la misma, ya que tras el alumbramiento no se sabía dada de ellos.
Bonasso dejó en claro que se trató de “una operación de un relieve enorme”. “No podía desconocerla ningún sector del gobierno argentino, fue conducida por Galtieri y tuvo aprobación directa del dictador principal: Videla. El Ejército de Mar del Plata estaba al tanto para dar área libre para operar”, explicó durante la audiencia.
En la reunión tribunalicia, Sabrina Gullino Valenzuela Negro, -nieta desaparecida número 96 y luego recuperada por Abuelas de Plaza de Mayo-, fue la primera en declarar. Comunicadora social, docente universitaria, militante de HIJOS tanto en Rosario como en Paraná, y a cargo de la prensa de Abuelas de Plaza de Mayo en la ciudad donde vive, eligió cerrar su testimonio con una transcripción de un casete que su mamá grabó algunos meses antes de su secuestro y desaparición física, ya con ella y su hermano mellizo en el vientre. Está fechado en agosto de 1977.
Sabrina leyó las palabras de su madre: “Quiero que sepan que aún dentro de esta situación soy feliz, y quiero decírselos a ustedes para que dentro de la desesperación que puedan vivir a veces cuando yo no llamo o en otras oportunidades, sepan que pude recuperarme, que bueno, si bien uno nunca es igual que antes porque las cosas no se olvidan, porque uno tiene memoria y porque todo deja una huella… Aún, a pesar de eso, yo he vuelto y he podido tener la suerte de poder ser feliz de nuevo, de poder volver a mirar, no sé yo, desde un río, un árbol, hasta la luna, volver a mirarla con alguna esperanza, o mirarla con ganas de vivir”.
Sabrina, su medio hermano Matías, su tío Jorge y su tía Silvina dejaron constancia en sus testimonios de la búsqueda que no merma; de la necesidad de conocer al hermano mellizo de Sabrina nacido en los primeros días de marzo de 1978; de la posibilidad que existe, ante la duda, de acercarse a Abuelas de Plaza de Mayo. “La lucha sigue, y al melli lo vamos a encontrar”, aseguró Sabrina.
Prisión perpetua
Hay que indicar, finalmente, que el 12 de mayo de 2017, el Tribunal Oral Federal en lo Criminal N.º 1 de Rosario dictó prisión perpetua y cárcel común a todos los implicados en la causa Guerrieri III.
Los acusados por privación ilegítima de la libertad, tormentos y homicidio, fueron el ex agente de Inteligencia Eduardo Costanzo, los ex PCI Walter Pagano, Ariel López, Juan Andrés Cabrera y Rodolfo Daniel Isach -quien también era policía durante la última dictadura-, y los militares Pascual Guerrieri; Marino Héctor González; Alberto Pelliza; Jorge Fariña y Juan Amelong, integrantes del Destacamento de Inteligencia 121de Rosario durante los primeros años de la última dictadura.
[1]La Voluntad. Página 361.
[2] Fiscales.gob.ar. Tomado de las declaraciones el 20/2/2022
[3] Ïbidem.
[4] Miguel Bonasso nació en 1940, fue secretario de Prensa del Frente Justicialista de Liberación y asesor del ex presidente Héctor Cámpora, siendo perseguido por la Triple A. Fue condenado a muerte por grupos de tareas de la dictadura militar, por lo que tuvo que vivir en la clandestinidad hasta 1977. En Roma integró el Consejo Superior del Movimiento Peronista Montonero y residió en México.
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*Ricardo Marconi es Licenciado en Periodismo y Posgrado en Comunicación Política
Foto: Tulio "Tucho" Valenzuela (Foto fiscales.gob.ar)
Viene de acá: El secuestro de Olga Cabrera Hansen, un caso paradigmático de los grupos de tareas
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