📜 El Rompecabezas de la Muerte en Rosario – Por Ricardo Marconi
El Villazo
El Villazo nació el 16 de marzo de 1974, a partir de que 2.500 obreros demandaron el levantamiento de la sanción a la Comisión Interna de la empresa metalúrgica Acindar y la convocatoria a elecciones gremiales.
El conflicto se inició en defensa de nuevas comisiones internas de delegados de metalúrgicos en la ciudad de Villa Constitución y se convirtió en un hito como respuesta a los lineamientos de la economía de la dictadura, ya que se decidió una lucha conjunta que alcanzó a las empresas Acindar, Marathón y Metcon, uniéndose a ellas obreros, campesinos de la zona y comerciantes.
El 9 de marzo es ocupada la empresa metalúrgica Marathón, mientras en Metcon se inicia una rebelión que desemboca en una huelga, la que fue acompañada por los operarios de la empresa Vilber y por los de la totalidad de los talleres de menor capacidad productiva de la región, pero numerosos en la zona.
Había por ese entonces en el campo sindical un predominio colaboracionista de la G.G.T. y a ese accionar se respondió con la creación de la C.G.T. de los Argentinos (CGTA) en 1968, conformada por la Asociación Trabajadores del Estado, telefónicos, navales, Unión Ferroviaria, La Fraternidad, Gas del Estado, Gráficos, Calzado, Ceramistas, Seguro, Locutores, Operadores, Cinematográficos y empleados del área de publicidad.
Plenario y secuestro
En abril de 1974, en el club Riberas del Paraná se armó un plenario antiburocrático que contó con la presencia de los dirigentes Agustín Tosco y René Salamanca.
Asimismo, se produjo el secuestro de Erich Breuss, gerente de Acindar, realizado por el PRT- ERP y el 1º de diciembre asumía la conducción gremial la Lista Marrón por mayoría. El mandato de la Lista Marrón duró apenas tres meses, ya que en la madrugada del 20 de marzo de 1975 comenzaba otra tétrica y sangrienta historia.
En los meses anteriores a marzo de 1975, los trabajadores de la acería de Villa Constitución y sus dirigentes habían sido objeto de presiones patronales. En los roperitos de los operarios aparecían volantes intimidatorios anónimos que les presagiaban la muerte. También había pintadas en el frente y en el contra frente del cementerio local. Las advertencias, pintadas en aerosol anunciaban puntualmente: “Muy pronto estarán aquí”.
Quien era Piccinini
En el tiempo que este material se preparaba falleció el referente gremial Alberto Piccinini a los 79 años., la cabeza de la resistencia a la intervención de la UOM aludida, dispuesta por Lorenzo Miguel.
Piccinini fue convencional constituyente en 1994 y diputado nacional en el período 2001-2005. En 2008, fue elegido secretario general de la UOM de Villa Constitución, como cabeza de la Lista Roja. Habían pasado 34 años del histórico Villazo, y volvía al ruedo en el mismo lugar.
En declaraciones de la prensa, recordando la gesta sindical, Piccinini señaló: Si hubiéramos tenido conocimientos profundos de política, capaz que no hacíamos nada por temor. Sólo queríamos una obra social”. Junto a sus compañeros le había hecho frente al cacique sindical Lorenzo Miguel, al ascendente poder de José López Rega -El brujo-, y a la conducción de Acindar, encabezada por Alfredo Martínez de Hoz.
Así se le acercaron otros dirigentes fogueados en la lucha como el marplatense Raimundo Ongaro, René Salamanca y el desaparecido Jorge Di Pascuale, de la Asociación de Empleados de Farmacia. Agustín Tosco de Luz y Fuerza también se comprometió, aunque le avisó a Piccinini: “con algunas cosas no estamos de acuerdo, pero pelearemos junto a ustedes”. “Y aprendimos a pelear”, recalcó Piccinini.
La huelga finalizó con la firma de un acta de compromiso en la que se dispuso la normalización de la seccional en 120 días y la elección de la Comisión Interna dentro de los 45 días posteriores al acuerdo. Se terminaron las noches en los que los empleados dormían sobre los escritorios de chapa y un vidrio verdoso, rodeados de sillas para no caer dormidos directamente al piso.
“Lo que hicimos fue encerrar a gerentes en la fábrica, porque si no venía la represión y nos hacían mierda. Por eso, en la lucha de clases después se pagó nuestra osadía con la Lista Marrón de la UOM con la que habíamos derrotado a Martínez de Hoz”, agregó Piccinini y remarcó: “No sabíamos nada, pero comenzamos a despertar”.
“Hay alguien que influyó en forma determinante en mi vida, nuestro querido Tito Martín”, dijo Piccinini en una entrevista, tras la victoria de la Lista Roja y con 66 años. “Lo conocí cuando yo tendría 17 o 18 años, y él junto a un grupo de profesores trabajaron para crear la escuela nocturna secundaria en Villa Constitución. Tito era ferroviario, un militante y un ejemplo a seguir 1].
Concluido el paro, se organizó una marcha desde las fábricas en conflicto hasta la plaza principal de la ciudad, en la que habrían participado entre 8 y 12 mil personas, encabezados por el dirigente sindical Alberto Piccinini. El objetivo era claro: reclamar por la normalización sindical. Ese día quedó marcado a fuego en la ciudad como “El Villazo”.
El segundo Villazo
El Segundo Villazo, el de 1975, fue distinto. El 20 de marzo, con Isabel Martínez Cartas de Perón “Isabelita” en el gobierno, un operativo del que participó parte del aparato parapolicial de la Triple A de López Rega detuvo a unos 300 trabajadores y dirigentes para decapitar la UOM de Villa Constitución.
Hubo represión, detenciones y desapariciones, cuyo costo final para los trabajadores se trasuntó en decenas de obreros muertos, centenares de encarcelados y torturados, a lo que deben agregarse varios secuestros.
La aparición de la Triple A
Allí, en Villa Constitución nace la pista santafesina de la Triple A –que no fue un simple apéndice- sino una clave estructural más para entender los puentes que van desde los años 60 al terrorismo de Estado del 24 de marzo de 1976.
Los portones principales de Acindar fueron cerrados y controlados por los piquetes de los obreros, lo que se extendió en torno a la planta en su totalidad.
El sistema eléctrico y la sirena de la fábrica también había sido puesto bajo la supervisión de los obreros, quienes “invitaban a los empleados administrativos a participar de las reuniones que hacían en los depósitos, donde los dirigentes gremiales explicaban el avance y el retroceso de las negociaciones.
El personal jerárquico y los empleados administrativos no pudieron abandonar la planta y a los primeros se lo retuvo en el sótano de las oficinas de personal, rodeándose el lugar con tanques de combustibles con capacidad para 200 litros cada uno. Cuando la Policía Federal pretendió ingresar, los operarios les “sugirieron” que no lo hicieran y si lo hacían les señalaron “que se cuidaran de caer en los piletones de ácido”. Los jefes policiales optaron por quedarse con sus hombres en la puerta de ingreso.
Los empleados de menor jerarquía, fueron concentrados en la contaduría y se levantaron barricadas para evitar la circulación de vehículos, a la vez que se colocaron vagones de ferrocarril, utilizados para el transporte de acero en lugares específicos para evitar la circulación ferroviaria.
Con el correr de los días, la cúpula gremial, ante la insostenible presión interna de los empleados administrativos, decidieron permitir salir transitoriamente de la planta metalúrgica de Acindar, en turnos de 8 horas, esto es 6 a 14, 14 a 22 y 22 a 6.
Los empleados salían y volvían a la fábrica en los colectivos que habitualmente trasladaban a los trabajadores a sus labores diarias y los regresaban a sus domicilios.
Uno de los empleados de la contaduría, hijo de uno de los jefes jerárquicos de la empresa –que había sido dejado libre por los sindicalistas, debido a sus problemas de salud- salió un sábado a las 22, fue a su casa en Rosario, se dio un baño, se puso su traje nuevo, corbata al tono y salió a la disparada hacia la fiesta de 15 años de su hermana, en la sede del Club Gimnasia y Esgrima, en el Parque de la Independencia.
Terminado el cumpleaños regresó a su casa y desde allí partió, a las 6.30 de la madrugada, en el colectivo de regreso a la planta industrial de Acindar para ser “canjeado” por otro empleado que debía ser liberado por 8 horas. El empleado que no regresaba, invalidaba la salida de otro. Obviamente todos los que salían volvían para no perjudicar a un compañero.
Normalizadas las tareas en la contaduría, los empleados notaron la inasistencia de unos los contadores. Luego se les hizo saber que “hacía inteligencia para los grupos subversivos” y que “había sido detenido”. Quien esto escribe pudo determinar con posterioridad que la versión apuntada no tenía asidero.
Llega la caravana de la muerte
A las 7.20 del 20 de marzo de 1975 arribó a la ciudad una caravana de 100 Ford Falcon, sin chapas patentes, llegada desde San Nicolás y Rosario. En ellos fueron transportados 500 hombres fuertemente armados y en algunos casos encapuchados o con sus clásicos anteojos oscuros, así como con sus caras cubiertas con pañuelos, bajo las órdenes del jefe de la Policía Federal Antonio Margaride y a cargo del comisario Fischetti (a) “El Padrino”.
Se completaba el grupo con “comandos civiles” que rememoraban las épocas de la Revolución Libertadora[2] y agentes de inteligencia de la Secretaría de Inteligencia del Estado-SIDE– que con desparpajo portaban brazaletes del Ministerio de Bienestar Social de la Nación, conducido por López Rega.
Debido a un acuerdo previo con los empresarios de Acindar, el grupo se instaló en los chalets que ocupaba habitualmente el personal jerárquico de dicha empresa y que se ubicaban en el mismo terreno de la acería, cuyo accionista principal era el doctor José Alfredo Martínez de Hoz, quien había comentado a la por ese entonces presidenta de la nación Isabel Martínez del “clima insurreccional” que se vivía en la ciudad.
Martínez de Hoz sería el que – con su economía de mercado-, reduciría en un año el 40 por ciento del salario real y al pueblo se le achicaría, en un 30 por ciento, su participación en el ingreso nacional para pagar la canasta familiar, que sólo podía cubrir si trabajaba 18 horas diarias. Al galope se venían 300.000 despidos.
Centros de detención
La Comisión Sábato daría fe, años más tarde, que en dicho predio se instaló uno de los primeros centros de detención clandestinos del país. Con el tiempo casi 4.000 hombres participaron de acciones represivas en Villa Constitución. Ellos tuvieron a su cargo centenares de allanamientos de viviendas de dirigentes y operarios de la fábrica y hubo más de 300 trabajadores y jefes de la empresa arrestados.
En el proceso represivo se utilizaron carros de asalto, vehículos blindados, lanchas de Prefectura Naval, helicópteros de la Policía Federal y de los Pumas de la policía provincial. Acindar, por orden del mismo presidente de la empresa, de apellido Acevedo, abonaba un plus de horas extras a la policía y el presidente de la empresa Metcon – Metalúrgica Constitución-retribuía con 150 dólares al jefe de su custodia personal.
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A todo esto, en agosto de 1974, a los fines de romper una cadena de ataques de suma violencia, se había tomado la decisión gubernamental a nivel nacional de censurar la libertad de expresión, generando clausuras de medios de comunicación y en institutos educativos de todo nivel se decidieron “purgas”, mientras las delegaciones del interior del país de la Policía Federal eran optimizadas, ocurriendo ello también en la de Rosario, cumpliéndose órdenes de la Dirección General de Interior de la Policía Federal.
Mientras se desarrollaba lo señalado, Mario Facino, en Rosario y más concretamente el 21 de octubre de 1974, había participado –según sus acusadores- de los hechos que derivaron de la detención y posteriormente de la desaparición de la que fuera docente y ex militante de las Ligas Agrarias Alicia López.
Mientras se elaboraba esta investigación, el mencionado ex jefe comunal de San José de Rincón fue convocado para ampliar su declaración sobre la desaparición de la docente aludida, incoada bajo la carátula de homicidio.
Facino declaró por casi tres horas en el Juzgado Federal nº 1, a cargo del juez Reinaldo Rodríguez, quien lo proceso por delitos de lesa humanidad -2009-, privación ilegítima de la libertad agravada, tormentos agravados, encubrimiento y el ya referido homicidio, a la vez que ordenó un embargo sobre sus bienes de 450 mil pesos.
Para conocer el fallo, Facino arribó al juzgado en un Wokswagen gris, con vidrios polarizados y custodiado por la Policía Federal. Lo esperaba un operativo de seguridad de 30 policías para proteger el ex subjefe de la 4ta.
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Pero regresemos a nuestro relato de los episodios que se desarrollaron en Villa Constitución. En abril de 1975, más precisamente en la fábrica Acindar, estalló una huelga, la que fue severamente reprimida por la policía, a través de acciones “oficiales” y “clandestinas”, estas últimas a cargo de efectivos de la “Triple A”.
El conflicto se prolongó casi dos meses, debido al –como señalamos-, apoyo que brindaban comerciantes de la zona y de Rosario a los trabajadores, enfrentado a la dirección nacional de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM). La represión se constituyó, al parecer, en un ensayo general de métodos que se aplicarían después del 24 de marzo del 76.
“Las acciones del gobierno han producido una huelga que amenaza la industria pesada de la Argentina”, rezaba un cable de la Embajada de Estados Unidos”, según el periodista John Anderson.[4]
Vale aclarar. Como contraposición al insidioso y falso cable que la embajada envió a la CIA, que, en la ciudad de Rosario, en pleno 1973, no había más de 230 combatientes del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y si se sumaban a los adherentes desarmados, la cifra alcanzaba a los 1.300, aproximadamente.
Otra referencia, -de las pocas que existen-, la encontramos el 9 de julio de 1975. Menciona al inspector general Albino Soldano, en una entrevista con el entonces jefe del Estado Mayor General del Ejército, general Roberto Viola, con motivo del aniversario de la Independencia Argentina.
Otro dato, -que no es menor- es que mientras ocurrían estos episodios, el presidente del directorio de Acindar, desde 1968 a 1976, fue Martínez de Hoz, que como premio luego fue ministro de Economía del Proceso.
En la publicación Los Grupos Económicos de la Oligarquía Argentina, Martínez de Hoz figuraba a la cabeza de la nómina como perteneciente al grupo económico Acindar, Bracht, Roberts.[5]
Martínez de Hoz, quien vivía más tiempo en la capital de Inglaterra y Nueva York que en su país, era muy amigo de Nelson Rockefeller y los empresarios norteamericanos, los que confiaban ciegamente en él.
Amistad
Henry Kissinger trabó, por entonces, con Martínez de Hoz una estrecha amistad y en oportunidad de desarrollarse el mundial de fútbol del 78, mantuvieron varias reuniones secretas en Argentina. Fue en esas reuniones “privadísimas” que Kissinger le hizo conocer al futuro ministro procesista su aliento por la política económica de Argentina, ampliamente favorable a los intereses norteamericanos.[6]
El ya citado paro tuvo como consecuencias primarias, las detenciones de Julio Palacios y Carlos Ruescas -delegados de Acindar- y su posterior envío a la cárcel de Coronda.
El Comité de Lucha se reorganizó en los barrios de Villa Constitución y asumió la distribución de alimentos para los obreros de una ciudad tomada, mientras el interventor Simón de Iriondo agitaba con una propaladora por los barrios llamando a aplastar “la vívora roja de la subversión. La asamblea que se realizó en la plaza dispuso la huelga por tiempo indeterminado, hasta lograr la liberación de los presos.
El 22 de abril la represión fue feroz. Los Pumas, -la policía rural experta delitos de abigeato- ocuparon todos los accesos a Villa Constitución y a un micro, que venía con militantes desde San Nicolás, lo reenviaron a Coronda, mientras se iniciaba una descarga de gases y tiros cuando los operarios encolumnados se encaminaban a la plaza principal.
Casi todas las poblaciones de Villa Constitución y San Nicolás comentaban, en voz baja, que “Los curas de Villa Constitución permitieron que francotiradores se instalaran en la torre de la iglesia local, mientras dos helicópteros del Ministerio de Bienestar Social de la Nación sobrevolaban la ciudad”, señaló Víctor Paulón, dirigente gremial.
La historia del “Carnicero verde”
El mayor y comandante de la Gendarmería Nacional nació el 11 de junio de 1921 y falleció el 11 de julio de 1986, en Formosa, según algunas fuentes. Fue parte del Batallón de Inteligencia 601 del Ejército desde junio de 1974, en los últimos días de la presidencia de Juan Domingo Perón y entre 1976 y 1979, bajo la dictadura del Proceso de Reorganización Nacional fue jefe del Servicio de Informaciones de la policía provincial, donde funcionó un centro clandestino de detención –el principal de la zona-, de un total de 10 y su oficina coordinó el régimen represivo en Rosario y su zona de influencia.
Dos de sus principales asistentes fueron José Rubén Lo Fiego y Mario Alfredo Marcote. El Servicio de Inteligencia es ahora un monumento denominado Centro Popular de la Memoria.
De acuerdo a la investigación realizada después de la finalización del Proceso, 720 personas fueron “desaparecidas” en Santa Fe y 350 puntualmente en Rosario. Feced y el entonces comandante del II Cuerpo de Ejército, Leopoldo Fortunato Galtieri, fueron considerados responsables de la mayoría de ellos.
Feced, antes del cierre de la causa contra él, fue acusado de 270 crímenes de lesa humanidad. La proporción de los secuestrados que fueron liberados de los centros de detención y campamentos de Rosario y su zona de influencia fue menor que en otras áreas metropolitanas, y hubo más víctimas de tortura y homicidio.
En 1983, el Consejo Supremo del Consejo Armado inició una investigación acerca de Feced y produjo gran cantidad de documentación que incluye listas de desaparecidos y los entierros en un cementerio de Rosario. El gendarme, en teoría, estaba en la cárcel desde la apertura oficial del caso el 31 de enero de 1984. Fue trasladado por la justicia a la custodia del Hospital Militar de Campo de Mayo, ubicado en Buenos Aires, donde se habría afirmado haber sido sometido a cirugía del corazón en 1985. En ese momento, sin embargo, en realidad estaba libre en Formosa. Dichos hechos, apuntarían a la complicidad de intereses poderosos. Finalmente, el 21 de julio de 1986, Feced fue declarado oficialmente muerto en el Hospital Militar.
Muchos testigos, sobrevivientes del Servicio de Inteligencia afirman haber visto a Feced vivo después de esa fecha. Un libro de admisión del Hotel Aristón de Rosario, presentado como prueba ante el Tribunal por el periodista Claudio De Luca, mostró una firma con la escritura a mano de Feced, con fecha 29 de julio de 1988.Francisco Oyarzábal, hermano de una víctima asesinada, informó que Feced había sido visto con vida en Paraguay.
La investigación del Servicio de Inteligencia fue archivada en 1987, después de la aprobación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final durante la presidencia de Raúl Alfonsín, que limita la rendición de cuentas de violaciones de los derechos humanos a los niveles más altos de la jerarquía militar -que ya habían sido juzgado-, y poner fin a las investigaciones penales en curso en los niveles inferiores.
[1] elciudadanoweb.com
[2] Sobre la misma hicimos en crónicas anteriores debida referencia minuciosa de datos.
[3] Walsh, ob.cit. pág. 421. La sangre derramada. José Pablo Feinmann. Pág.90/91
[4] La Policía. John Andersen. Pág. 248 a 250.
[5] En el trabajo aludido también figuran otros funcionarios que formarían parte del entramado económico que abonaría la labor homicida de las juntas militares, formando parte de instituciones económicas nacionales. Ejemplo de ello fueron Carlos Zimmerman, E. Reynal, A. J. Lanusse, J. De Prat Gay, A.R. Lanusse, F. P. Soldati, E. V. Oxenford, Guillermo Walter Klein y E. Garat, entre otros.
[6] Kissinger hacía lobby para que nuestro país aceptara el papel de productor de alimentos y dejara que desde EE.UU. controlaran el plan nuclear, a la vez que le pidió que impulsara políticas de apertura económica y aceptara el endeudamiento externo que derivaría en la desindustrialización nacional, aún no superada. En enero de 1980 intentó vender sus memorias por la suma de 6 millones de dólares, siendo su agente editorial Morwin Josephson, quien debió aceptar una estrategia de mercado consistente en vender los derechos por separado. Josephson había sido el presidente de una empresa que llevaba su nombre y además actuó como el primer abogado de la CBS. La principal subsidiaria del agente editorial fue la Agencia de Administración Creativa Internacional, que en la década del 80 contaba con clientes tales como Woody Allen, Babra Streisand y Tennessee Willians. Morwin sólo atendía personalmente a Steve Mac Queen y a Kissinger, quien lo eligió como representante en 1976. El Grupo Bertels Mann pagó 530.00 dólares por los derechos alemanes sobre la tapa y la revista Der Spiegel hizo algo similar. Editores de Japón, Inglaterra y Francia aportaron otro millón de dólares y hasta un editor de Kuwait compró los derechos para el mundo árabe. En Argentina los derechos de publicación fueron aportados por la Editorial Atlántida para publicaciones en castellano.
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*Ricardo Marconi es Licenciado en Periodismo y Posgrado en Comunicación Política
Foto: Asamblea durante el Villazo. Alberto Picinini con megáfono en mano, se dirige a los obreros de Acindar (CTA Santa Fe)
Viene de acá: La gestación de una sanguinaria carrera
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