Fotografías: Eduardo Bodiño y Nahuel Militano
Texto: Fede Botti
📸 Desde hace meses los focos de incendio en las Islas del Paraná crecen y amenazan con terminar con la flora y fauna de las islas y con los humedales, un ecosistema fundamental no sólo para la vida animal sino también por su función de filtradores naturales de agua. En las últimas semanas el fuego avanzó sobre las poblaciones isleñas, peligrando la vida de cientos de personas que allí habitan. Con la primera lluvia recorrimos Isla Deseada, ubicada en la provincia de Entre Ríos, para realizar este fotorreportaje de Cocho, Norberto y Lico (orden de aparición), donde se entrecruzan relatos del Estado ausente y la solidaridad como principal arma de combate a uno de los incendios más extensos de la historia del Delta del Paraná.
Es así que Brian «Cocho» Almada García, productor de ganadería no intensiva de 25 años, nos cuenta sobre las jornadas del avance del fuego. «Se me cruzaron muchas sensaciones, por un lado la amargura que me dio ver cómo se prendía fuego todo lo que uno construyó y que cuidamos tanto. Y alegría al ver a los vecinos y a la gran cantidad de gente que vino a ayudar. Que agarraron una pala o un balde y vinieron a ayudar trayendo lo que tenían. Gracias a toda la gente que vino a ayudar pudimos salvar las casas».
Esa misma solidaridad rescata Lico Sosa, que lleva 75 años viviendo en distintas zonas de la islas y que desde el 82´se afincó en Isla Deseada. «Vinieron los bomberos de Entre Ríos. También de Capitán Bermúdez. Pero más que todo gente de Rosario vinieron a dar una mano. Los voluntarios. Estamos agradecidos porque vino mucha gente a ayudar. También se sumó la gente de todas las zonas de la Isla y entre todos pudimos apagar el fuego».
Norberto Ferrer dice que su vida está vinculada con la Isla y que gracias a ella pudo formar una familia y darle el sustento para vivir. Nos cuenta que vivió la situación con mucha tristeza porque «ver que se prenden fuego los campos, los árboles, te da mucha tristeza y mucha impotencia, es sentirse abandonado por quien corresponde venirte a ayudar, a darte una mano, del Gobierno de Entre Ríos, el Gobierno de Santa Fe y de la Ciudad de Rosario, te sentís muy abandonado». Es así que todos los isleños y voluntarios arriesgaron su vida para salvar lo poco que quedaba. «El fuego llegó al patio de unas de las casas, avanzó hacia nuestras casas y quedamos en medio del fuego y el humo, tuve que poner los pies en un tacho con agua porque se me estaban prendiendo fuego las botas y no me daba cuenta», expresó Norberto.
Para Lico Sosa la ausencia del Estado se expresa de la misma forma cuando hay crecidas. «Dicen que vinieron a ayudar y no apareció nadie. Igual que cuando hay crecientes, que dicen que vienen a ayudar a la población de la Isla. Yo estuve durante muchas crecientes del río y jamás vino alguien a darme ni un analgésico». En este sentido, para Cocho García Almada el Estado «llegó tarde». «Porque la ayuda llegó cuando ya estaba casi todo quemado. Los que estuvieron todo el tiempo y trabajaron hombro con hombro como si fueran uno más de nosotros, fueron los brigadistas y la policía de la Isla estuvo con ellos. Cargando baldes, como si fueran uno más de nosotros».
Si bien reconocen que el prender fuego es una práctica «común» para renovar pasturas, aclaran que no se hace en estas fechas y nunca con esta intensidad y sin los cuidados necesarios para que no se desborde. Lico Sosa nos cuenta que «siempre viví acá y nunca vi algo así. Antes se prendía fuego y duraba un día, pero ahora hay incendios por todos lados. No somos los isleños. Nunca vimos algo así. Algo hay atrás de esto».
Para «Cocho» no se sabe quien lo realiza pero aclara que si hay intereses detrás de estos. «No se sabe qué intención o intereses hay atrás de todo esto. Obviamente una intención hay, y por algo queman tantos terrenos de la Isla. Y no solamente pasa acá, pasa en varios puntos del país. Lo único que sé es que la gente que hace ganadería no prende fuego de esta manera. Sí se prende fuego, pero la gente de la ganadería quema cuando es controlable el fuego, cuando el río está a la altura adecuada, cuando saben que se puede frenar. Esto es incontrolable. No conozco a nadie que vive en la Isla o que hace ganadería acá que prenda fuego para perjudicarse a sí mismo, o para perjudicar a sus vecinos. Esto nos perjudicó a todos», cerró Brían.
Sobre una posible solución a las quemas, Brian Cocho Almada García destacó sus dudas de promulgar nuevas leyes. «El camino a seguir sería investigar quién es el que prende fuego en la Isla y buscar una solución en base a eso. Si las leyes ya están, si ya está prohibido quemar las islas, y explotar sus tierras de manera incoherente, y no se cumple, se sigue quemando las Islas, se tienen que respetar las leyes que ya están».
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