PROYECTO ESCAÑO

Juan Carlos Lucero, un eterno militante y luchador contra Golpes de Estado – Por Ricardo Marconi

El Rompecabezas de la Muerte en Rosario – Por Ricardo Marconi

Juan Carlos Lucero, un eterno militante y luchador contra Golpes de Estado

🖤 Juan Carlos Lucero (a) “Solano”, nombre de guerra que utilizaba en 1968 en el monte como guerrillero, en homenaje a Francisco Solano López o “Chancho”. Era -el  fallecido hace pocos días- un hombre robusto, de mediana estatura, canoso, con el cabello corto y barba “perita”.

Aceptó -en vida-, de buen grado, una entrevista mientras se tomaba un vaso de vino y comía apresuradamente trozos de asado y pollo que compartía con militantes peronistas y un matrimonio de ancianos.

“Sé que me viene a hacer muchas preguntas –dijo de entrada- pero le pido que me perdone si no recuerdo cosas. Es que caí varias veces preso y para hacerme hablar me aplicaron pentotal. Por eso mi memoria se blanqueó bastante”.

Experiencias intransferibles

Lucero vivió una existencia terrenal plena de experiencias a partir de su militancia en el peronismo y como consecuencia de advertir que le parecía hallarse en un continuo y obligado letargo, donde la discriminación social era el pan de todos los días y la educación, el trabajo y la salud brillaban por su ausencia.

En ese encuentro con Juan, recordó que “los peones rurales –al remontarse a sus orígenes-, trabajábamos por la sopa y el mate cocido. Cenábamos una latita de picadillo y el mate cocido nos salvaba de nuevo. Fue el Estatuto del Peón el que nos cambió la vida”.

Los padres de Juan habían sido fanáticos de Yrigoyen y no aprendieron ni a leer ni a escribir. “Con mis hermanos vivíamos en Villa Mugueta, en una miseria total. Los más grandes eran puesteros y el resto nos la rebuscábamos como boyeros, cuidando animales, aunque el único sueldo por derecha lo cobró mi viejo, que laburó desde los diez años. Él fue descendiente de un español y de una india, quien sufría cada vez que le pedíamos, al menos, un helado de 5 centavos”.

Lucero con el sindicalista Andrés Framini, y Envar El-Kadri, líder de las FAP

“Desde que tengo recuerdos, con mis padres y hermanos íbamos a la cosecha del maíz, pero no lográbamos salir de la miseria. En 1945 cobramos, tras el 17 de octubre, dos pesos la bolsa de maíz por la que recibíamos 45 centavos”, rememoró el “Chancho”.

“Yo fui pulidor de pisos y en eso anduve hasta un día antes de jurar como diputado nacional –confirmó Lucero-, mientras que recordó que iba descalzo a la escuela cuando su familia luchaba contra el sistema asfixiante  que avanzaba hacia nosotros de manera insostenible”.

Más adelante, absorto en sus pensamientos y forzando su memoria recordó que “En el momento en que se decidió la huelga contra Lonardi, participé desde el gremio de la madera junto a mi amigo Mastandrea, quien me acercó a la cúpula de la CGT de Rosario y me ayudó para que me eligieran delegado general de mi gremio. Fue el mismo Mastandrea quien me convenció para que me introdujera en la Resistencia, cuando sólo tenía 18 años”.

Conoció allí al odontólogo Corazza y al abogado Bernardo Iturraspe, quienes compartían la postura sobre el régimen.

“Acordamos que la Resistencia “sembraría una contracultura que tenía como objetivo integrarse a los trabajadores contra la opresión”, reafirmó “Solano”, embriagado de militancia.

Comandos Civiles

Lucero, en esa entrevista aportó además su granito de arena informativa acerca de los Comandos Civiles[1] que aparecieron, por primera vez en Córdoba para manejar los temas relacionados con la comunicación interna represiva.

“Eran católicos y católicas y hasta había en ellos monjas, formando los grupos. Ellas también –vestidas de civil y con pantalones-, usaron armas que tenían acumuladas en las iglesias.

Las utilizaban cuando salían para cumplir con “operaciones”. Fueron cuadros de la Unión Cívica radical, del Partido Socialista y del Partido Comunista. Asaltaron organizaciones sindicales y rompieron huelgas, conduciendo colectivos acompañadas de personal militar cuando había paros. Hasta trabajaron de delatoras” -aclaró Lucero-, quien no se privó de explicitar: “los Comandos Civiles hasta destruyeron colchones y sábanas del Policlínico “Evita”.

En ese reportaje, que realizó quien esto escribe para el libro “Conspiración Comunicacional de Gobiernos de Facto”, Juan Carlos cerró el alcance de sus memorias con una pregunta: ¿”Dónde está la utopía política? Y el mismo se la respondió: “Para mí, una verdadera utopía no es el sueño de una sociedad perfecta, sino que, cuando uno es puesto en una situación de mierda, debe inventar una nueva forma de vida para sobrevivir. Eso fue lo que intentamos hacer frente a los asesinos de la Revolución Libertadora”.

Vale recalcar que en democracia fue ametrallado y le colocaron un artefacto explosivo en su vehículo, pero si nos introducimos en pasajes de la historia no podemos dejar de aludir a que formó parte del complot con el general Valle y atacó el Regimiento 11 de Infantería, siendo detenido y colocado tras las rejas junto a componentes de las Fuerzas Armadas Peronistas.

Juan Carlos hizo hincapié en que estrechó la mano de Perón en un acto y la del general Valle en una reunión clandestina utilizada para la organización de la revuelta de junio de 1956.

A los 87 años, Lucero nos dejó definitivamente por problemas de salud que se agravaron.

 

[1] Los Comandos Civiles podrían ser relacionados históricamente con el Somatén, una institución armada de Cataluña, cuyas primeras acciones se remontan al siglo XI y que fuera reflotada en 1876 por el brigadier Mola y los Patricios de Barcelona. Dicha organización parapolicial tomó nuevo impulso como tal  en 1923, cuando el general Primo de Rivera, padre del creador de la Falange, encabezó un golpe de Estado.

————————————–

*Ricardo Marconi es Licenciado en Periodismo y Posgrado en Comunicación Política

Imagen: Juan "El Chancho" Lucero, año 2.010 (Foto: Rosario12)

Viene de acá: Incriminan a contadores por maniobras de lavado de activos en la causa Bailaque

Continúa aquí: Dri, un sobreviviente de la violencia institucional

Scroll al inicio