📜 El Rompecabezas de la Muerte en Rosario – Por Ricardo Marconi
Juan Vucetich cazador de asesinos
En el Congreso de la Nación, mediante el Registro Nacional de Identificación, el legislador socialista Alfredo L. Palacios sintetizó la obra de Vucetich: “Por obra de su genio la Argentina incorpora al idioma universal una palabra nueva: dactiloscopía”.
En esta construcción de un Rompecabezas de la Muerte en Rosario pretendemos en esta oportunidad hacer referencia a una cuestión fundamental: la identificación humana a través de las huellas digitales.
Uno de los primeros en trabajar sobre el tema fue el antropólogo Percy Francis Dalton, quien había advertido que en los dedos había señales particulares, pero no había logrado alguna forma para clasificarlas.
Actualmente hay cuatro formas básicas de clasificación y alteraciones también establecidas y hasta se lograron subclasificaciones. También se advirtió la probable existencia de huellas con una cicatriz, ya sea esta permanente o transitoria.
Tarea complementada por Vucetich
Posteriormente, el oficial croata-argentino Juan Vucetich, de la policía de Buenos Aires completó la tarea, incorporando el sistema a la Policía de Buenos Aires el 1º de septiembre de 1891, oportunidad en que se registró a 23 procesados.
Con el paso del tiempo se adoptó un nuevo método, al que se denominó icnofalangometría, el que terminó siendo estableció como un procedimiento tipo por las instituciones policiales del orbe.
En nuestro país, dichos datos iban acompañados del prontuario de cada persona. La policía de Rosario adoptó el mecanismo desde 1906 y la historia dice que el primero en dejar sus huellas digitales en nuestra ciudad fue el jefe de Vucetich, lo que demostraba su confianza en el generador del sistema. Me refiero a Néstor Fernández jefe político de Rosario, que también tenía bajo su manado a la policía.
La identificación de las huellas digitales acompañaría a las investigaciones un documento fundamental: El prontuario.
En el mismo, se pretendía establecer el contexto social del individuo que estaba siendo investigado por su presunta relación con algún delito.
En definitiva, los datos reunidos en el prontuario y las huellas digitales hacían que se obtuviera la personalización del presunto delincuente, que no podría ser confundido con otro en ese tiempo y los datos permitían a la policía intercambiar datos con otras ciudades como Buenos Aires, La Plata, Córdoba, Montevideo y Asunción.
El inmigrante Vucetich
Como otras familias llegadas a nuestro país en las olas inmigratorias, la de Vucetich –nacido en Lesina, hoy Hvar, el 20 de julio de 1858-, la de Vucetich llegó al puerto de Buenos Aires en febrero de 1884 y, cuatro años más tarde, ingresó a la policía.
Con el tiempo, tras asumir como jefe de la Oficina de Estadística, comenzó a acumular impresiones digitales y a clasificarlas y sus superiores, al advertir la posibilidad de sacar provecho de la clasificación para resolver delitos, lo designó en una dependencia para el fichaje de las personas a la que le dio el nombre de Oficina de Identificación Antropométrica.
Inmutabilidad
Vucetich fue encumbrado como un especialista famoso, a partir de la aceptación de la inmutabilidad de los dibujos de las manos y los dedos, a lo que se debía agregar el reconocimiento da la taxonomía de 101 tipos de huellas digitales.
El Congreso Nacional incorporó, en 1911, a la Ley de Enrolamiento, la Identificación por el sistema dactiloscópico. Y en el quinquenio siguiente, se creó en 1916 el Registro Nacional de identificación que fue destruido por una orden oficial dos años más tarde.
El creador del sistema insistió que su sistema permitiría “hacer inteligencia y adelantarse a los hechos” con lo que se lograría una modernización que facilitaría “un mayor conocimiento del individuo”.
Vale recalcar que se sumaba a la cuestión, que regía en Argentina desde 1902, la Ley de Residencia, y el prontuario y las huellas fueron también utilizados para detectar extranjeros peligrosos para el orden público y deportarlos.
López Calvino, un joven estudioso del tema, encontró diferencias en la implementación del prontuario y la identificación dactiloscópica en la policía de Rosario y la de sus pares. Calvino señaló que “el horizonte final de la modernización policial es controlar al conjunto de la población para que la sociedad mejore. Va muy bien con el positivismo de la época, con un hombre controlándolo todo”.
Cuando conformábamos nuestro rompecabezas en las columnas semanales, señalamos a Fernández, un abogado que se desempeñó como juez de Instrucción de los tribunales de Rosario entre 1899 y 1902 y asumió, en 1906, como jefe político y policial, destacándose por encarar la reorganización del cuerpo.
Convirtió a la Comisaría de Pesquisas en la División de Investigaciones a cargo del comisario Julio Boulliet, quien decidió incorporar el Gabinete de Identificación Dactiloscópica a partir de julio de 1906 y oficialmente en enero de 1907, teniendo en su seno un jefe, un fotógrafo, un escribiente y 20 agentes.
La primera subdivisión de los legajos se hizo en función del delito que refería a su autor.
A favor y en contra
A pesar del esfuerzo técnico puesto en el sistema, a principios de siglo XX la dactiloscopia no tenía buena fama y se asociaba su uso sólo a los ladrones y por ello se organizaron protestas de carreros, cocheros, barrenderos y estibadores porque se los obligaba a realizar una identificación dactilar para conseguir su libreta de trabajo.
Quemaduras
En los estudios que se efectúan sobre delitos, están los que se realizan en las huellas que sufrieron quemaduras, ya que la piel posee tres capas. Estos estudios se profundizaron a partir de los datos nuevos logrados.
Vale apuntar también, que se analizan hechos criminales con estudios de la palmascopía y la pelmatoscopía que analiza el pie y los dedos de la madre, así como la testoloscopía, que estudia las marcas de los labios, llegándose el caso de identificar imputados de algunos delitos en los que se evaluó el desgaste producido por los labios cuando se toma mate.
Sin llegar a profundizar técnicamente la cuestión, ya que la presente columna es sólo referencial, podemos acotar que Vucetich mencionó en sus investigaciones la existencia, o carencia, de un área denominada Delta, mientras que también dio cuenta del verticilo, o sea dos deltas del lado opuesto, alineado o no. Alguna Delta -pueden aparecer dos-, puede ser negra o blanca, opuestas.
Las indagaciones de los especialistas determinaron que pueden las huellas no ser únicas e irrepetibles, matemáticamente hablando, ya que cada 4 millones de personas se podría repetir el patrón con la combinación para los diez dedos.
Un caso ejemplificador
En el caso del crimen de la efedrina, protagonizado por los hermanos Lanata, en Paraguay, fue detenido un individuo que tenía “los dedos quemados para que no se le reconozcan las huellas digitales. Luego se probó que la suya era la responsabilidad intelectual.
Hay que dejar claro, también, que hay oficios que posibilitan el borrado de huellas de la hipodermis. Uno de ellos es el de punguista, quienes incrementar la sensibilidad en los dedos.
Hay otras zonas de las huellas digitales sobre las que trabajó Vucetich: La presilla exterior y el verticilo, pero ello es tema de los especialistas, así como la Línea de Dalton.
Los especialistas en el tema saben que tras levantar la huella se debe hacer un revelado fotográfico, aunque hay que advertir que cada revelado hace perder resolución y luego se carga la huella en el AFIS, en blanco y negro, con reactivo de contraste, que debe ser el invertido de colores. El reactivo se pasa en superficies no magnéticas para que surja la huella.
Posteriormente se retira el reactivo magnético con partículas de hierro y limpio de esa forma la superficie para que tenga nitidez. Posteriormente, se revela la huella que quiero con el uso de elementos técnicos específicos.
Un caso en la Isla del Diablo
El auxiliar de policía Bernardo Lier, junto al meritorio Joaquín Aronna, fueron enviados a La Plata para que se formaran junto a Vucetich y luego fueron el primero y segundo jefe del Gabinete de Identificación Dactiloscópica en Rosario.
Aronna capturó a un evadido de la mítica Isla del Diablo, donde Francia tenía a sus peores detenidos y adversarios políticos. Cuando se le constataron sus huellas dactilares, pudieron determinar que Alber Juge –que era el nombre del preso-, vivía en el barrio Pichincha.
El policía renunció al gabinete local en agosto de 1918 y continuó su carrera en la policía de La Plata, siendo luego contratado por el Banco Nación para darle un nuevo uso al sistema de inventado por Vucetich, pero en operaciones bancarias.
Placa
Se, realizó en 1961 una placa en bronce con el retrato de Vucetich, encargada por el Centro ex Alumnos y Amigos del Museo Vucetich de La Plata.
Fue colocada hace 60 años, el 1º de septiembre de 1961 en la ochava noroeste del bulevar Rondeau al 2800, esquina Vucetich, antes Miramar.
Hasta el propio Vucetich fue prontuariado por la Policía de Rosario y su legajo, el Nº 6468 IG, se atesora en la División de Investigaciones rosarina.
Fue realizado el 24 de mayo de 1910 cuando el creador del sistema de identificación por huellas dactilares visitó dicho gabinete rosarino. Ese mismo día se le confeccionó y se le obsequió su cédula de identidad.
Vucetich falleció en la ciudad bonaerense de Dolores el 25 de enero de 1925 y el 1º de septiembre de 1941 sus restos fueron trasladados al panteón policial de La Plata, donde además funciona el Museo Vucetich.
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*Ricardo Marconi es Licenciado en Periodismo y Posgrado en Comunicación Política
Foto: Juan Vucetich, el señor de las huellas (Diario Los Andes)
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