🩸 El Rompecabezas de la Muerte en Rosario – Por Ricardo Marconi
La gangrena sicaria en Rosario no para de crecer
El interminable relato de iniquidades que concretan los sicarios en Rosario parece indetenible y sus consecuencias diarias sorprenden al más imaginativo de los escritores de novelas policiales.
La investigación iniciada en torno al tiroteo contra un cantobar de Juan B. Justo al 8100, en el que murieron un policía y un civil derivó en un giro sorpresivo.
Es que se produjo un allanamiento en la vivienda del titular de la subcomisaría 21ª –jurisdicción donde tuvo lugar el hecho-, y como resultante se logró el secuestro de tres armas de fuego sin documentación legal que acreditara su tenencia por parte del funcionario.
Y como si esto no fuera suficiente la Agencia de Control Policial (AIC) realizó otro operativo, en la casa de un oficial de la misma subcomisaría. Las acciones fueron ordenadas por el fiscal Alejandro Ferlazzo, que tiene a su cargo la indagación de la balacera en la que perdieron la vida el policía Héctor Medini, quien realizaba en ese momento tareas de vigilancia y Adrián Jones, familiar del propietario del Cantobar.
Los ejecutores del incidente causaron heridas a otras tres personas, entre las que se hallaba una mujer policía que sería compañera de Medini.
Secuestro
Las requisas tuvieron lugar en las propiedades de Bicentenario al 400, de la localidad de Pérez, domicilio del titular de la Subcomisaría 21ª del barrio 7 de Septiembre.
En la casa del funcionario policial se secuestró, además de su pistola reglamentaria, una escopeta de un caño calibre 16, un revólver calibre 22 y un revólver calibre 38, de los cuales el efectivo no tenía documentos y que serían de interés para la investigación.
Luego, los investigadores de la Agencia de Control realizaron otro allanamiento en Don Orione al 900 de Rosario, propiedad donde vive el secretario del titular de la Sub 21ª. Voceros de la investigación señalaron que el fiscal Ferlazzo dispuso la apertura de una causa judicial contra el funcionario policial "por el delito de Tenencia indebida de arma de fuego, pero que continúen en libertad.
Como puede advertir, el lector de la presente columna, en la jurisdicción donde se asesina impunemente a personas que se encuentran frente a un local bailable, el primer responsable de la misma, es un funcionario público encargado de cuidar que ese tipo de situaciones gravísimas no sucedan, infringe la ley.
Ello sucede en Rosario, “Paraíso de los sicarios”, donde murió un joven de 22 años, baleado en la cabeza, el martes pasado a la noche en Cullen al 1500 bis, en el barrio de Empalme Graneros.
La víctima fue identificada como Claudio Gabriel Isla, quien se encontraba en el hospital de Emergencias Clemente Álvarez (Heca), donde tuvo lugar el deceso.
De acuerdo con fuentes policiales, el chico asesinado era un vecino que se ganaba la vida como cartonero y que se encontraba en la villa de emergencia de Cullen al 1500 bis, cerca del cruce con Sorrento, cuando los ocupantes de un vehículo le dispararon al menos tres tiros.
En un principio, el joven fue trasladado al hospital Alberdi por un vecino en un Peugeot 504, pero su estado delicado demandó que fuera derivado al HECA, donde llegó a las 22 y quedó internado en terapia intensiva a raíz de una herida de arma de fuego en la cabeza.
A este último fallecido lo debemos agregar a la lista de la violencia, a Juan José Pedernera de 33 años; Carmen Ignacia Nuñez, de 65 y Marta Bustamante, de 50, que ya invadió al Departamento Rosario y que incrementó el número de crímenes en 2023.
Pedernera fue baleado en su vivienda en Cervantes al 300, en Villa Gobernador Gálvez. Estaba con su pareja y llegó el ex marido de la mujer, generándose una discusión. El recién llegado, al parecer, baleó a la víctima que falleció en el Hospital Provincial el domingo en horas de la noche.
Una de las mujeres fue abatida en la zona sur de la ciudad. Carmen Nuñez, madre de un policía, en Julio Marc y Flamarión, luego de las 18, vio como un vehículo hizo una maniobra para estacionar frente a ella y desde el vehículo, con seis disparos, terminaron con su existencia.
La última de las víctimas estaba limpiando la vereda, frente a un kiosco de 24 de setiembre al 100 y desde un vehículo le efectuaron varios disparos. Vecinos la trasladaron al Hospital Provincial, donde llegó sin vida.
La primera investigación profunda
Cuando se inició la primera investigación a fondo en Rosario por el tema narcotráfico llevado adelante por bandas, la jueza de Instrucción que actuó, para frenar su indagación, que se realizaba en profundidad, fue ascendida, presuntamente para que dejara la indagación.
Uno de los jefes de una de las bandas vivía en el centro rosarino y se había separado de su socio porque este último lo habría mejicaneado.
“Pepón”, el mejicaneador vivía en el barrio de Arroyito, cerca de un tercer jefe de banda. Todos tenían sus vendedores y como había pocos, por ese entonces, se los prestaban entre sí.
A ellos se sumaban los vendedores de las villas, donde había búnkers, quioscos y cuentapropistas. Todos empezaron a aparecer antes de 1992 y se empezaron a conformar como sub-bandas, trayendo droga del norte de Buenos aires, que era el resto de la distribución que se hacía en el Gran Buenos Aires.
Sobre los últimos estadios del Proceso de Reorganización Nacional comenzaron a multiplicarse los casos y a los pres de los menores detenidos les preocupaba más que sus hijos estaban presos, que si consumían drogas ilegales.
La mayoría había caído tras las rejas por robo, ya que lo que obtenían por la venta de lo sustraído lo reinvertían en la compra de droga, mientras los padres eran émulos de Adán y Eva en el Paraíso. Hasta que hizo su aparición el SIDA y casi una generación terminó bajo tierra.
Hoy la cuestión vivir-morir se ha hecho más intensa y muchos policías –en voz baja-, hablan de una “guerra casi perdida”.
Una jueza quiso crear juzgados especiales como en Europa y, luego de estudiar la sugerencia, sus superiores lo desestimaron “porque había mucho dinero en juego”. Evidentemente, lo que sí había, era mucha voluntad de no hacer nada”.
“Una cosa se tapa con otra”, dijo una abogada del foro local cuando le comenté el tema hace ya un tiempo prolongado. Al encontrarla circunstancialmente, me agregó: “la cuestión de la seguridad, obviamente, será utilizado hasta el hartazgo como tema de campaña”. Y a las pocas horas que lo dijera, se corroboró –una vez más- con las declaraciones de una política que se postulará para candidata a gobernadora por Santa Fe, aunque por ahora lo niegue, argumentando que “está ocupada por resolverle los problemas a la gente”.
La DEA mira lo que sucede en Santa Fe, pero desde otra provincia, ya que –como ya adelantamos en otra columna-, no le serviría a sus intereses –según trascendidos-, apoyar a una policía como la de Santa Fe, a la que no le tiene confianza.
Desde San Nicolás estaría controlando a la Hidrovía. Ya se lo señalé a quienes siguen esta columna “en tiempo y forma”. Como dicen los legisladores en la Argentina, quienes saben que “el movimiento económico de la droga es tremendo”.
Un interlocutor de quien esto escribe se preguntó a sí mismo: ¿No es raro que a pesar que los shopping que venden poco se mantengan abiertos en el tiempo? ¿Y si se hace inteligencia y se tira del piolín, atrapando primero a los que allí hacen “la diaria”?. Luego agregó con resignación. “Sé que hacia arriba es más difícil”.
Presos sí, incomunicados, no.
Acuerdo con los jefes policiales que para defenderse de las críticas dicen: “Los jefes máximos de las bandas están presos”. Lo que no dicen es que no se encuentran incomunicados.
Gálvez, el titular del Servicio Penitenciario prometió que con los “cercos tecnológicos que se están poniendo en marcha, al menos en Piñero, eso se termina”. Eso sí. Hay que recalcar que Piñero es sólo una prisión. ¿Y el resto?
En una ciudad imaginaria
En una de las radios locales, de una ciudad imaginaria, uno de los oyentes que se comunican con los programas periodísticos, hace un relato respecto a cómo acceden los reclusos a los celulares evadiendo controles: “En primer lugar el preso que necesita un celular habla con un guardia antes que éste salga de franco por 48 horas y le entrega dinero por el favor de conseguirle uno. El día de la visita, el preso le indica a su familiar datos sobre el guardia al que le entregó el dinero para que le consiga el “celu” y las partes se ponen de acuerdo. Al regresar el guardia del franco, le lleva el teléfono y se lo entrega al solicitante, tras lo cual la familia completa el pago por el trámite”. Los que me conocen saben que me gustan las historias policiales y soy un fanático de la ciencia ficción.
Lo que sí es real, es que con cambiar cuatro ministros de Seguridad, Santa Fe y menos Rosario verán sus problemas solucionados.
Y menos probabilidades hay cuando no se cuenta con los elementos mínimos para resolver en esa área problemas de envergadura como los que se generan en Rosario donde los móviles son utilizados para custodiar objetivos con neumáticos pinchados. Si a ello le agregamos que nuestra ciudad puede ser designada como la “Capital de las Balaceras”, entonces es muy comprensible tener como resultante una sociedad resignada que sólo tiene como alternativa rezar cuando circula en la vía pública para no ser elegida como sobre para enviar un mensaje mortal a jefes de bandas narcos.
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*Ricardo Marconi es Licenciado en Periodismo y Posgrado en Comunicación Política
Viene de acá: El infierno tan temido
Continúa aquí: Rosario alcanzó los 55 homicidios. Mujeres dedicadas al sicariato