📜 El Rompecabezas de la Muerte en Rosario – Por Ricardo Marconi
La mudanza mas triste del mundo
El 22 de octubre de 2017 dos camiones, con huesos de desaparecidos salieron de la avenida Rivadavia 443 hacia el predio donde funciona la Escuela de Mecánica de la Armada.
Casi nadie sabía del operativo en el que intervinieron, como custodios, tres fuerzas de seguridad.
Era la mudanza del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), con miles de costillas, vértebras y húmeros exhumados de tumbas sin nombres o hallados en la costa marítima o, incluso, en la de un río.
Debía haber mucho control por órdenes de la Cámara Federal porteña y la de La Plata que atendían causas de lesa humanidad, a la vez que daban a los antropólogos la custodia de esos huesos.
La nueva sede fue montada distante del casino de oficiales de la ESMA, el epicentro de las torturas que se realizaron a detenidos tras el golpe de 1976.
Había en el lugar más de 600 cuerpos no identificados, a pesar de la intensa y fructífera tarea realizada por la EAAF, que recuperó más de 1.400 del período 1974/1983, entre los que se incluyen los del Operativo Independencia que se realizó contra organizaciones guerrilleras y sectores sociales durante el gobierno de Isabelita Martínez Cartas de Perón.
Los identificados se hallaban en una sala, en contenedores y en cajas rotuladas con la procedencia, esto es: cementerios del Gran Buenos Aires, fosas clandestinas o el Pozo de Vargas de Tucumán, donde fueron arrojados más de 100 cuerpos por órdenes de Antonio Domingo Bussi.
Las cajas formaban torres de hasta 7 cajas con huesos humanos, con la leyenda “frágil” y allí, por tanto, habitaban los últimos enigmas de la dictadura militar. Incluso, había versiones que indicaban que en los pasillos había huesos de cuerpos que estaban en el interior de una caja de manzanas.
Desde Tucumán, los antropólogos enviaron contenedores con tapa verde y un envase de plástico que dejaba ver caderas y omóplatos.[1]
En otra estantería de uno de los pasillos, había cajas de cartón y etiquetas escritas a máquina con birome, halladas en el cementerio de Avellaneda.
Es más, trascendió que en una camilla había un mosaico armado de pequeñas piezas de un cuerpo humano tras una explosión. En el Pozo de Vargas, los cuerpos fueron hallados aplastados a 40 metros de profundidad.
Hay cuerpos incompletos y otros completos, que son los de mayor cantidad por enfrentamientos armados. Hay cuerpos trasladados con impactos de armas de fuego en brazos y caderas.
El equipo aludido, no sólo debe armar el cuerpo. También debe hacer lo mismo con las biografías de los muertos y de los desaparecidos, por lo que hubo que hacer investigaciones preliminares, para que luego actúe el equipo de análisis en el marco de una búsqueda de análisis e indaga en las relaciones laborales, sindicales, familiares y de militancia política de las víctimas para saber la razón por la que fueron víctimas de la represión.
Combinación de datos
Se mezcla de esta manera el trabajo de un historiador y se buscan imágenes históricas de cuerpo entero, objetos preservados y todo aquello que permita a los investigados lograr una semblanza.
También se analizan órdenes militares escritas en código, documentos desclasificaos y papeles que orientan las investigaciones antiguas.
Hay una base de datos dinámicos en un padrón, en la que están insertados informes médicos y odontológicos y de vínculos que son procesados en conjunto para obtener una identidad.
Asimismo, se relevaron actas de defunción de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe y allí es don han sido detectadas identidades de jóvenes.
Banco Genético
El Banco Genético del EAAF recolectó 4.500 miles de muestras de sangre de desaparecidos. Se identificaron 496 personas en el 2018 y otras 10 en Córdoba.
El plan de exterminio militar fue sistemático, no sólo de personas, sino también de documentos y listas. Para salvarse intentaron llevar a delante una Ley de Autoamnistía, a la vez que se ocultaron datos a los jueces y planillas con huellas fueron destruidas antes del juicio a las Juntas en 1985.
En algunos casos, los cuerpos fueron fotografiados o sometidos a autopsias para generar certificados de defunción.
El EAAF también recibió ayuda del laboratorio de necropapiloscopía de la Policía Científica del Ministerio de Seguridad Bonaerense, que recibía manos cortadas de cuerpos y con técnicas se lograba recuperar dactilogramas comparables con los registrados en papel, lográndose pericias positivas, lográndose identificar a 126 personas.
Ya han sido relevados casi todos los lugares donde podría haber cuerpos, incluidos centros clandestinos de detención, como el de una fosa con 8 cuerpos existentes en Santa Fe.
[1] Revista Viva. Marzo de 2019
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*Ricardo Marconi es Licenciado en Periodismo y Posgrado en Comunicación Política
Foto: Integrantes del Equipo Argentino de Antropología Forense analizando el ADN de un cuerpo (Revista Cítrica)
Viene de acá: Rosario estaría exportando sicarios
Continúa aquí: La confirmación de una penetración mafiosa