📜 El Rompecabezas de la Muerte en Rosario – Por Ricardo Marconi
Los comandos PCC y Vermelho y un festival con casos de homicidios en Santa Fe
“Parece que en Argentina hubiera un instinto fatal de destrucción, de devoración de las propias entrañas. Una veneración de la muerte. La muerte no significa el pasado. Es el pasado congelado. No significa una resurrección de la memoria, representa sólo la veneración del cuerpo del muerto. La veneración de ese residuo es una especie de ancla y por eso los argentinos somos incapaces de construirnos un futuro, puesto que estamos anclados en un cuerpo. La memoria es leve, no pesa. Pero el cuerpo sí. La Argentina es un cuerpo de mujer que está embalsamado”.
Tomás Eloy Martínez
Al menos 800 millones de años antes de lo que se estimaba, científicos descubrieron que 3,4 millones de años atrás nuestros antepasados humanos utilizaron grandes piedras pesadas para golpear y matar para alimentarse de animales comiendo su carne y a medida que entre ellos se generaban conflictos grupales o personales con las piedras también comenzaron a matarse entre sí y, con el tiempo, para eliminarse a distancia, -sin exponerse en luchas frontales entre sí-, comenzaron a utilizar las flechas y más adelante con los “avances” de la humanidad, nos condujeron a las guerras de todo tipo hasta el presente.
Quizás, esa necesidad imperiosa de exponer la violencia, se deba a una obsesión por el control del mundo o a una idealización del pasado, a lo que hay que sumar cicatrices que nunca terminan de diluirse.
Señalamos esto para dar cuenta de un resultado final: una identidad carnívora. El hombre de las cavernas comía grandes cantidades de carne y luego ayunaba para soportar tiempos difíciles entre cacerías.
Y el cuerpo humano, al estilo de vida cazador-recolector le permitió adaptarse y apartarse de malos hábitos, para luego doblegarlo con paciencia y hambre.
Sin embargo, el humano no dejó de matar, simplemente lo hizo por diversos medios y por otros objetivos que no eran sólo de su supervivencia como especie.
El poder homicida en Santa Fe
La casi inexistencia de control de los sistemas de seguridad en determinadas zonas de Santa Fe y Rosario posibilitó que organizaciones narcos pusieran en práctica un mecanismo de provisión de drogas al mercado clandestino –otra forma de matar-, obviando el traslado mediante vehículos y camiones camuflados de mil formas.
Las autoridades de seguridad, para dar un ejemplo, en mayo pasado, se hicieron de un cargamento de más de 175 kilogramos de cocaína en un maizal, arrojado presumiblemente desde una avioneta, el que no llegó a ser retirado, como dicen los legisladores -que no se ocupan en la medida de lo necesario sobre la cuestión-, “en tiempo y forma” por los componentes de alguna banda de narcotraficantes.
La causalidad, quizás, hizo que colisionaran los intereses de los traficantes de drogas con los de dos cazadores carnívoros, que hallaron, en dos bolsas de arpillera, “cocaína de máxima pureza” con un peso de 85 kilos, en un campo de J.B.Molina.
Sí, los cazadores son carnívoros, pero no idiotas. Si se apropiaban de las bolsas, sabían que sus vidas no tendrían futuro y optaron por avisar a las autoridades y, así, el cargamento ilegal pasó a la jurisdicción de la Gendarmería Nacional que, de inmediato, rastrilló meticulosamente la zona con perros entrenados y encontró más bolsas con panes de cocaína hasta totalizar 175 kilos por un valor millonario en dólares.
Bombardeo
De esta manera concluyó la primera fase de lo que los especialistas en el tema consideran el ya clásico “bombardeo” de un cargamento que no llegó a sus destinatarios finales.
Las crónicas policiales señalaron que la causa quedó, para su investigación, en la Fiscalía Federal Nº 3 de Rosario, a cargo de Adriana Saccone, quien habría ordenado indagaciones en J.B. Molina y en General Gelly, a 12 kilómetros del límite con la provincia de Buenos Aires y a 20 kilómetros de la autopista que une Rosario con la región metropolitana.
Los entrenados canes hallaron luego –vale recalcarlo-, otras dos bolsas con 84 panes de cocaína que pesaban alrededor de 87 kilos.
Helicóptero
En función de la cantidad de droga detectada fue sumado un helicóptero para intentar localizar más bolsas y, paralelamente, se analizaron vuelos que partieron del norte y el noroeste de la zona, donde se hallaron las mismas, bajo el paralelo 29 –norte de Santa Fe y Corrientes-, espacio que se denomina “Escudo Norte”, sector donde la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC), desde 2018, obliga a las naves a portar un respondedor o un sistema de vigilancia automática para naves con matrícula argentina, aunque cabe indicar que el requisito no es obligatorio, para naves argentinas de lo que surge, evidentemente, “un agujero negro” aéreo, cercano a Bolivia, que sirve pare el abastecimiento de cocaína, aunque otros investigadores sostienen que la droga proviene de Paraguay.
Tras el inicio de la búsqueda, una avioneta se detectó a 35 kilómetros de donde fueron halladas las bolsas de arpillera con cocaína, pero la aeronave se encontró vacía y el piloto, al parecer, se vio obligado a descender sin el tren de aterrizaje, tras escapó.
La Gendarmería precisó en sus indagaciones que la droga detectada era comercializada a un clan que la acopiaba en la localidad de Ibarlucea para revenderla en Rosario y Buenos Aires. El sobrante se enviaba a Europa a través de los puertos de la región. La droga que nos ocupa provendría, en este caso, de Paraguay.
Al poco tiempo, otra tonelada y media de cocaína fue arrojada, según trascendió, desde una avioneta, pero en este caso, se logró el apresamiento de varios sujetos que tenían el objetivo de trasladar la cocaína a la villa del Bajo Flores, conocida como 1.11.14.
Actividad criminal en cárceles de Santa Fe
La Procuraduría de Narcocriminalidad habría detectado actividad criminal en cárceles santafesinas. Sus investigadores también habrían advertido que la PCC manejaría el tráfico de drogas en la Triple Frontera, más puntualmente en un sector que se denomina “Pelopincho”, en el cual reciben órdenes desde otras cárceles de Ciudad del Este y Encarnación, fronterizas de Argentina. Allí hay villas de emergencia, donde habría componentes del Comando comprometidos de por vida.
La penetración del PCC
Debemos recalcar que los investigadores federales, en función de los operativos llevados adelante, están notando la penetración de cargamentos de droga a través de bandas paraguayas que pertenecen a lo que podría ser calificado de crimen organizado en el norte de nuestro país, que –dicen los que están en la indagación de casos-, se incrementó, además, la conexión con el Primer Comando Capital.
Nacimiento, huelga y masacre
El Primer Comando Capital nació en la ciudad de San Pablo, Brasil, en 1993, siendo conformado por un grupo de detenidos en una prisión de San Pablo, con la excusa de defender los derechos de los detenidos.
A partir de allí su influencia se hizo sentir en casi todas las penitenciarías brasileñas, siendo en ese año su jefe Marcos Willians Herbas Camacho (a) Marcola, encarcelado. En 2007 se concretó una huelga en las prisiones que derivó en 300 ataques callejeros en San Pablo, oportunidad en la que hubo 210 muertos, 42 de los cuales fueron agentes penitenciarios, en una semana de enfrentamientos.
Guerra con el Comando Vermelho
Como si esto no fuera suficientemente grave, Brasil entró en guerra con el Comando Vermelho, que posee sus dominios operativos desde los años 70 en las favelas de Río de Janeiro y se maneja competitivamente en el campo de la droga y la violencia urbana, como el Comando “Amigos de los Amigos”, desconocida aun felizmente en Argentina.
Vermelho tiene una estructura menos sofisticada que alcanzada por el cartel paulista y se vincula con los narcos argentinos que dominan más los movimientos tácticos que los logísticos, distinguiéndose por acciones calificadas de “tribales”, pero con alto poder de fuego que incrementó sustancialmente la tasa de homicidios- como en Rosario-, y ello hizo la necesidad de apelar al ejército de Brasil para contener a las sangrientas milicias de las favelas, que dominan el lugar con el objetivo de controlar la logística del tráfico ilegal de estupefacientes mediante la Hidrovía para introducirse en Argentina y fundamentalmente en Misiones, Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe.
Nuevos adeptos
Paralelamente, el PCC, con el tiempo, ha venido sumando adeptos en las cárceles. Los reclusos, al salir de las prisiones se inclinaron a incorporarse a lo que se denominó “La Hermandad”, que se desarrollaba permanentemente, utilizando códigos complejos que los fiscales intentan hasta el presente desentrañar.
Asesinar como antecedente
Para ingresar al PCC hay que cumplir, previamente con un antecedente ineludible: Contar con, al menos, un asesinato en el expediente carcelario.
La organización delictual, incluso, ha desarrollado aplicaciones como Whats App, Telegram y Sigual y ello le permitió coordinar acciones con traficantes de Bolivia, quienes les enviarían cargamentos de cocaína.
Los estudiosos de las grandes organizaciones criminales estiman que el PCC se desarrolló más rápidamente en los años de la pandemia.
En un informe periodístico[1] se aportó que hay elementos del PCC que funcionan como células activas en la Unidad Federal Nº 7 de Resistencia, Chaco y en el penal de Coronda, de Santa Fe.
Es más, el Ministerio Público de San Pablo, señaló que la recaudación –que se actualiza permanentemente-, con la que se financia el Comando, alcanzaría los 500 millones de dólares anuales.
El ministerio recalcó que la banda tiene suficiente poder en cárceles de 20 de los 27 estados de Brasil, donde hay aproximadamente detenidos 40.000 miembros, mientras que, en Paraguay, el número superaría los 1.500.
Precisamente Paraguay se está transformando de forma lenta, pero continuada, en un exponente productivo de cannabis y es, además, un área logística de la cocaína y, por lo tanto, un foco “muy violento” que fluye hacia el Departamento de Amambay, donde, según trascendidos-, hay en movimiento un altísimo poder de fuego narco.
A tal punto es así, que el narco criminal Jorge Rafaat Toumani, el 15 de junio de 2016, fue acribillado con un arma antiaérea 70, montada en una camioneta y se señaló, en su momento, que el crimen fue ordenado por el brasileño Jarvis Chimenes Pavâo, quien se apoyaba en su mano derecha Néstor Ariel Palma, luego detenido por la Gendarmería Nacional en Ituzaingó, Corrientes, dos meses después de un atraco de un comando del PCC a la bóveda de Prosegur, en Ciudad del Este, el 27 de abril de 2018, siendo calificado el mismo como uno de los robos más grandes de la historia en América del Sur.
La financiación
Palma, alto y de cuerpo fornido, teñido canoso, financió una parte del asalto, según los fiscales, ya que fue acusado de alquilar una casa de grandes dimensiones en el country San José, donde se instalaron 30 personas para planificar el golpe, utilizando logística de primer nivel y hasta armamento pesado, contándose con cuatro ametralladoras calibre 50, con lo que se logró el robo de 11.720.255 dólares. La víctima fue la empresa Prosegur.
Muertos y detenidos
La resultante del espectacular robo fue de cinco asaltantes muertos y otros catorce fueron detenidos, aunque Palma logró fugarse a Buenos aires y, desde allí viajó a Posadas, Misiones. Posteriormente fue atrapado en una hostería de Corrientes.
Palma no quería estar preso y aislado en el Penal Nº 7 de Resistencia, Chaco y cinco días después fue enviado a Asunción, donde, presumiblemente, tenía influencias en el gobierno paraguayo y en donde no soportaría sobre su persona un control estricto.
Es necesario hacer notar que surgió una grabación de una comunicación telefónica a través de la cual se expuso –trascendió-, el lobby para favorecer a Palma, a partir de la posible intervención del senador Oscar G. D.
Evitar manadas de lobos
Otro “lobo solitario” del PCC apareció muerto, flotando en el río Paraná, el 7 de noviembre de 2017, a la altura de Granadero Baigorria, siendo luego identificado como Maciel Wagner, de 45 años (a) Junino, integrante del PCC y organizador de otro asalto que se malogró a otra bóveda de Prosegur en Ciudad del Este, atacada en abril por un comando del PCC y, a partir de allí, se estuvo haciendo lo indecible para que los “lobos solitarios no se transformen en manada”.
El PCC no abandona a los presos. Ello surge del trascendido que señala que los anexados a la banda percibirían una remuneración mensual e incluso sus familiares percibirían ayuda alimentaria. Pero, obviamente ello implica una “contraprestación”. A esta situación se sumaría la presunta corrupción carcelaria.
Detenidos
Debemos recalcar que los investigadores, en función de los operativos llevados adelante, están notando la penetración de cargamentos de droga a través de bandas paraguayas que pertenecen a lo que podría ser calificado de crimen organizado en el norte de nuestro país, que –dicen los que están en la indagación de casos-, se incrementó la conexión con el Primer Comando Capital.
Ejecución
El lector de esta columna debe recordar que el 12 setiembre de 2021 fue ejecutado, en el interior de un automóvil BMW el empresario Mauricio Schwarteman, ligado –se presume-, como engranaje de la banda a Alberto Koube, de la empresa Tapiracuai, proveedora estatal.
De allí surgió la punta de una madeja que surgió con el secuestro de tres cargamentos con 27 toneladas de cocaína en Amberes, Bélgica y Hamburgo, Alemania. Sobre uno de esos cargamentos sobrevoló la versión de que hizo trasbordo en Buenos aires y las fuerzas de seguridad europeas lograron vulnerar miles de mensajes de teléfonos que utilizaban un sistema encriptado.
Es obvio que la cocaína se moviliza a través de contenedores desde puertos paraguayos y mediante la Hidrovía llega a otras partes del mundo. Las agencias de seguridad lo saben y algunos políticos argentinos también. Lo que cuesta comprender, por parte de los medios de comunicación, es porqué Paraguay sólo se ocupa del contrabando menor que se carga en lanchas que pasan de Clorinda de Formosa a Asunción, en bolsas de azúcar, tomate y hasta en artículos de limpieza.
A las células operativas del PCC se suma el citado Comando Vermelho y los dos grupos, de manera separada están tratando de instalarse desde Brasil en el país, a través de sendas redes de traficantes.
Un antecedente terrorífico
El lector de la presente columna seguramente recordará un episodio gravísimo ocurrido en Brasil. Nos referimos al golpe millonario producido a un banco de Porto Alegre
La historia se inició cuando José Paulo Veira de Mello, conocido como Paulo Seco, junto a Pinto Brum, se hicieron pasar como empresarios del rubro de la lencería para planear un golpe a un banco de Porto Alegre, financiado mediante la puesta de aeródromos narcos que fueron montados en las estancias Santa Úrsula y Santa maría de Aguapey, en cercanías de Santo Tomé, en la provincia de Corrientes, donde semanalmente aterrizaban avionetas con cargas de cocaína, que luego seguían su derrotero hacia Buenos Aires y , fundamentalmente, a Brasil.
Cuando fue apresado Seco, en relación con el robo al banco aludido, intentó escapar escondiéndose debajo de una camioneta Amarok pero fue detenido tras estar 8 años prófugo de la justicia. Para tener una idea del capital que Seco manejaba en esos tiempos, vale indicar que intentó coimear a la policía brasileña, ofreciéndole “un millón de reales”, a lo que agregó entregar a su socio Pinto Brum para que lo dejen en libertad.
Seco, desinformado, falló en su intento, ya que no sabía que Brum ya estaba detenido en una mansión del barrio Cruzeiro de Sul, en Tramandaí, Rio Grande Do Sul.
Marino Aivaldo Pinto Brum, desde Brasil, antes de ser capturado, había regresado desde Argentina, de donde se había logrado fugar a través de la extensa frontera existente entre Paraguay y Brasil. Vivía en la avenida Trinchera de San José, en Posadas, Misiones y las autoridades venían siguiendo sus pasos desde que había sido detectado conduciendo una camioneta Cheroke, que había sido blindada y que tenía patente de Brasil, cuando se hacía pasar por ser el dueño de una empresa dedicada a la ganadería, que había alquilado a Hilda Calabrese.
Precisamente Calabrese era una hacendada correntina y en su campo alquilado pastoreaban casi dos centenares de vacas. Sin embargo, ese no era precisamente el negocio de Brum, quien intentaba hacer ver que se especializaba en la raza Braford. El verdadero objetivo era el tráfico de drogas desde hacía un quinqueño, utilizando un corredor que nacía en Perú y por Bolivia, donde se hallaban los proveedores.
La droga era derivada, fundamentalmente, a Brasil, considerado “el segundo mercado latinoamericano de la cocaína nivel mundial, ya que el primero pertenece a Estados Unidos, donde hay aproximadamente, casi 3 millones de consumidores”, según la Universidad Federal de San Pablo.
Aviones secuestrados
Las investigaciones permitieron detectar las rutas utilizadas por aviones Cesna, las que provenían de Perú y en diversos operativos fueron secuestrados a la banda.
En un segundo operativo se hizo lo propio con los aviones provenientes de Bolivia, con destino final a Paraguay y a nuestro país. Las fuerzas de seguridad habían obtenido hasta las coordenadas con las que trabajaban los pilotos de los Cesna.
Utilizando esas coordenadas, los aviones descendía por órdenes de Brum y descargaban la droga, por lo que fueron detenidos, procesados y condenados a entre 5 y 20 años de prisión. Luego de tomar el dominio las 12.000 hectáreas de las estancias, las autoridades decomisaron los bienes por orden de la justicia y allí se establecieron tareas agroquímicas de la Universidad de Buenos Aires.
Debido, presumiblemente, a sus excelentes “contactos”, logró fugarse tras el allanamiento de su vivienda ubicada en Posadas, pero no por mucho tiempo, ya que fue nuevamente localizado y detenido en Tramandaí, en una vivienda ubicada a una cuadra de una playa, en un procedimiento de la policía de Brasil, que lo tenía registrado como uno de los capos del Comando Vermelho.
A todo esto, las autoridades federales de Argentina tenían a Brum, pero identificado como Silvio André de Lima Berges (a) Max, quien en Brasil ya contaba con tres condenas por narco y debía cumplir 23 años de prisión.
Tanto el PCC como el Vermelho se dividen inorgánicamente y ello les permite actuar celularmente y de manera independiente, al igual que los grupos terroristas que tienen entre sus filas a los ya enunciados “lobos solitarios” que sólo responden a la sede central del grupo que se dice está ubicada en la localidad de Pedro Juan Caballero, una especie de “zona núcleo” de la producción de marihuana.
El asesinato de Pecci
Una cuestión que reprodujeron los medios a nivel internacional sobre el PCC fue las sospechas que cayeron sobre esa organización por el asesinato del fiscal paraguayo Marcelo Pecci, en el Caribe Colombiano.
El general colombiano Jorge Luis Vargas afirmó que la facción habría organizado una negociación para atentar contra Pecci en Paraguay, donde el grupo sumió el control del tráfico.
“El homicidio debía llevarse a cabo en cualquier lugar del mundo con la coordinación del PCC, gracias a los tentáculos que posee la organización en toda Sudamérica”, según afirmó a una agencia de noticias Lincoln Gakiya, un experto conocedor del grupo, quien afirmó como fiscal del Grupo de Actuación Especial de Combate al Crimen Organizado del Ministerio Público de Sao Pablo que “el mismo posee más de 30.000 adherentes”.
Gakiya agregó que el PCC se ha convertido en un distribuidor, que ha sabido aprovechar las brechas de los carteles mejicanos y colombianos”.
Documentos internos del PCC, secuestrados por las autoridades, han permitido precisar que el PCC exporta droga mensualmente a Europa por más de 10 toneladas mensuales, implicando ello una facturación millonaria en dólares desde Sudamérica.
La exportación se garantiza con alianzas, a través de narcos europeos, quienes recibirían un 40% de la droga exportada por el PCC a cambio de liberar el ingreso.
Es un mecanismo de acuerdo semejante al que se logra entre las mafias extranjeras y las organizaciones criminales como las de Italia, según explicó el comisario Fernando Santiago de la Policía Civil de Sao Pablo.
El PCC tendría un estrecho vínculo con la Ndrangheta de la región de Calabria, que habría optimizado sus operaciones de blanqueo de capitales, según Gakiya, quien, sin embargo, sostiene que recién se ha estado introduciendo en el proceso de “lavado estructural”.
Para promover la pacificación entre sus “hermanos”, el PCC se preocupa por regular el crimen, evitando, además, escisiones en su seno, según ha indicado el académico Milton Lahuerta, quien hizo referencia a un estricto código de conducta y una rígida jerarquía.
Homicidios en Rosario
Para enlazar lo expuesto con lo que sucedía en Rosario, antes de que se llegara al clímax de los homicidios de 2014 y de 2022, agregaremos piezas de nuestro rompecabezas en la gestión del jefe de la Unidad Regional II, Benedicto Matía que asumió en su cargo el 29 de agosto de 1997, hace 25 años.
Por ese tiempo, se sucedieron una serie de episodios en los que como resultante morían en las seccionales y en la vía pública, inexorablemente, presuntos delincuentes confesos.
Iniciamos la nómina con José Luis Camos, de 22 años, a quien el cabo Ramón Sosa lo mató de varios disparos en la calle José Ingenieros al 6600, luego de producirse entre ambos una discusión.
El joven le arrojó una piedra y el policía lo abatió sosteniendo la pistola con las dos manos, siendo por ello procesado por homicidio simple. La causa estuvo siendo investigada por el juez de Instrucción Carlos Alberto Carbone.
Para continuar la lista, también podemos mencionar a Martín Fernández, de 19 años, quien el 15 de febrero de 1998 falleció electrocutado en la seccional 5ta. La familia acusó a la policía de ahorcarlo, ya que su cuerpo tenía la huella de una soga al cuello, golpes en la cabeza y los testículos destrozados con cortes de cuchillos.[2]
Enfrentamiento
Un menor de 17 años, de apellido Díaz, el 9 de abril de 1998, luego de un episodio calificado por la policía como un enfrentamiento ocurrido en la zona oeste de Rosario, muere al tirotearse con una brigada de la seccional 15ta., la que circulaba en un vehículo particular, versión luego desmentida por los familiares del muerto. Tuvo a su cargo la instrucción del episodio la jueza de la 1ra. Nominación, doctora Carina Lurati.
Y el 3 de mayo de 1998, el magistrado Leónidas Candioti Leiva, secretario del Juzgado de Instrucción Nº 3 de Santa Fe, recibió distintas prácticas intimidantes, tales como amenazas telefónicas, a lo que se agrega el arrojo de pintura sobre su auto por investigar la muerte de un detenido.
Tras determinar la detención de efectivos de la ex sección Robos y Hurtos por el asesinato de Miguel Duarte, fue víctima de un atentado explosivo.[3]
Durante la gestión de Matía, en oportunidad de intentar un asalto, el 14 de mayo de 1998, Darío Ariel Flores, de 18 años, fue herido de bala en una pierna, tras lo cual, en un móvil del Comando Radioeléctrico, fue derivado al hospital de Emergencias.
El vehículo chocó con un colectivo y Flores fue colocado en una camioneta de la Guardia de Infantería, en la que llegó al nosocomio “con dos impactos de bala en el tórax, que le produjeron la muerte en pocos minutos”.[4]
La versión oficial consignó que Flores intentó escapar y para lograrlo, le intentó arrebatar el arma a un policía y en el forcejeo se escaparon los tiros.
Según la misma fuente, la autopsia demostró que el primer balazo que Flores recibió le quebró el fémur y los restantes los recibió a quemarropa. El juez de Instrucción de a 8va.Nominación Juan José Pazos, caratuló la causa como homicidio y procesó al suboficial Monje.
En el domicilio de República de Siria 4145, de la ciudad de Santa Fe, donde habitaba Celina Kofman, militante de Madres de Plaza de Mayo, se detectó una granada lacrimógena. [5]
Con posterioridad, en ese mismo 1998, un periodista del Diario El Litoral de Santa Fe, era objeto de un intento de intimidación, ya que fue baleado el frente de su domicilio. El hecho fue vinculado a investigaciones periodísticas sobre la represión ilegal en la provincia.
Asimismo, el 24 de mayo de ese año el policía Daniel Digorgio viajaba con su familia en un automóvil Ford Fálcon, y al pasar por las proximidades de una villa de emergencia, ubicada en la zona sur de Rosario, supuso que un grupo de jóvenes lo querían asaltar cuando pasara por la Cortada La Haya al 3500.
Sacó su arma de fuego, calibre 9mm., e hizo fuego, abatiendo a Silvio Marecco, de 23 años. Los vecinos, al advertir la maniobra, corrieron al vehículo y le arrojaron piedras, debiendo el policía huir del lugar para protegerse en el interior de la seccional 18va., ubicada a tres cuadras del lugar donde había ocurrido el grave episodio.
El falso justiciero
Mattía calificó al policía como “un justiciero”, debiendo entender en el mismo el juez de Instrucción –en esa oportunidad- de la 9na. Nominación, el ya citado doctor Carlos Carbone.[6]
Finalmente, el 8 de octubre de 1998, en horas de la madrugada, una bomba explotó en la casa de la militante de los DDHH Mariana Hernández Larguía.
El hecho tuvo lugar al cumplirse el 14º aniversario del robo de los tribunales de Rosario. La militante había aportado informaciones para notas periodísticas, que derivaron en la conformación de sumarios a personas que se desempeñaban en ese entonces en la UNR, por su actuación en la última dictadura.
Restando sólo 12 días para que Mattía decidiera presentar su renuncia, el 4 de noviembre de 1998, cuatro horas después de haber sido detenido en la comisaría 20ma –imputado de intentar sustraer un pantalón-, apareció ahorcado Miguel Ángel Ortiz, quien fue hallado colgado de un cinturón y sentado en un banco.
La familia desmintió la versión policial porque el joven poseía recursos económicos, ya que trabajaba en la panadería de sus padres y estos manifestaron que en momentos de su detención vestía ropa sport, remera y ojotas, sin cinturón. La instrucción estuvo a cargo de la jueza María Luisa Pérez Vara, siendo defendido Ortiz por la doctora Sandra López.
Tras la renuncia al cargo del comisario general Benedicto Mattía, en la tarde del 16 de noviembre de 1998 asumió como jefe de Policía el comisario mayor Oscar Partal, quien fue puesto en funciones por el jefe policial a nivel de la provincia, comisario general Jorge Bordón.
[1] Diario La Nación
[2] 3er. Foro Memoria y Sociedad. Bruera, Naranjo, Shcoler. Víctimas del Gatillo Fácil en Santa Fe.
[3] Íbidem.
[4] Íbidem
[5] Íbidem
[6] Íbidem
————————————–
*Ricardo Marconi es Licenciado en Periodismo y Posgrado en Comunicación Política
Foto: Las cárceles de Brasil están superpobladas con integrantes del PCC y el CV (Foto Infobae)
Viene de acá: La “base” nazi en Santa Fe
Continúa aquí: El entramado del operativo que permitió secuestrar una tonelada y media de cocaína en Rosario