PROYECTO ESCAÑO

Rita La Salvaje, la bailarina del caramelito frutado y la vainilla mojada – Por Ricardo Marconi

📜 El Rompecabezas de la muerte en Rosario – Por Ricardo Marconi

Rita La Salvaje, la bailarina del caramelito frutado y la vainilla mojada

 

Los orígenes del modelo de las mafias contemporáneas se encuentran en la mafia siciliana. Por esa razón la Cosa Nostra de Sicilia sirve de hilo conductor para el análisis y la comprensión profunda de las sociedades criminales, en las que la prostitución era y es una moneda de cambio, mediante el uso y abuso del cuerpo de las mujeres.

Mariano Triguero, el jefe de Policía de Rosario fue y será relacionado históricamente con el protagonismo alcanzado, en la época que ejerció su cargo, con “La bailarina del caramelito frutado”, esto es Rita “La Salvaje”.

Triguero Ingresó a la policía el 6 de marzo de 1923 como agente auxiliar, con un sueldo de 75 pesos. Fue ascendido a telefonista el 1º de enero de 1931 y luego cesanteado por el gobierno Demócrata Progresista el 19 de agosto de 1932.

Reingresó como auxiliar 1º, a fines de 1935 y se lo destinó a la seccional 8va. Fue promovido a subcomisario el 16 de noviembre de 1936, cargo en el cual revistió en varias seccionales y en 1941 se lo designó jefe de la Guardia del Departamento Rosario. En diciembre del mismo año ascendió a comisario y en 1945 fue nombrado, luego de una meteórica carrera, jefe de Policía en comisión, en el Departamento Belgrano, para regresar al poco tiempo a la titularidad de la comisaría 4ª., luego de haber cumplido tareas en la localidad de Las Rosas.

Posteriormente inició su gestión en la Secretaría Privada y en 1945 se hizo cargo de la jefatura administrativa en la División Técnica y Sanitaria, para actuar luego en las seccionales 3ª. y 4ª.

En noviembre de 1945 y los primeros meses de 1946 ocupó interinamente la jefatura del Departamento Belgrano por segunda vez y en noviembre regresó a Rosario para asumir la jefatura de la Policía de Menores. Al año siguiente se le confió la seccional 7ª y, un mes después fue derivado a la comisaría de General San Martín, ex Arroyo Seco.

El 6 de mayo de 1947 se lo nombra jefe de Leyes Especiales y, sucesivamente, ocupó la jefatura de Policía de los departamentos Constitución, -siendo ascendido a comisario inspector-, Caseros y Castellanos.

Actuó posteriormente como inspector general de la 2da. Circunscripción Judicial y presidente del Consejo de Justicia Policial. Finalmente, el 20 de abril de 1951 se lo promueve a jefe de la Policía de Rosario.

El 6 de octubre de 1951 se le entregó un diploma como presidente honorario de la Caja Mutual de Policía y se hizo lo propio con una medalla recordatoria. Dicha institución estaba dirigida por Enrique Payrolat, un reconocido vecino del barrio Pichincha. Al autor, fuentes familiares del mismo, -quienes se negaron a ser mencionadas-, admitieron que Payrolat tenía excelentes relaciones con los policías de ese entonces, debido a que le permitían prestar dinero y cobrar altísimos intereses.

En la foja de servicio de Triguero, se citó su actuación en el “salvataje” de vecinos inundados en el barrio La República y el 20 de febrero de 1945 fue designado para integrar la comisión especial que estudió un proyecto de reglamentación de movimiento de expedientes.

Se destacó el jefe policial que nos ocupa, en la investigación de actos dolosos en el Instituto Movilizador de la Provincia de Buenos Aires y fue profesor de la Escuela de Policía desde el 9 de octubre de 1942 a fines de 1943.

Vale aclarar que lo señalado no es un panegírico de Triguero, sólo la enunciación de su trayectoria, la que tiene que ver con la necesidad de ubicar temporalmente al funcionario en el tiempo en que Rita comenzó a ser conocida.

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Decíamos en el inicio de la columna que nos ocupa, que fue en la gestión de Mariano Triguero que tomó predicamento Juana González Ligresti, más conocida por su seudónimo “Rita la salvaje”, quien en esos tiempos realizó el primer tramo de su carrera artística, el que utilizó por casi tres décadas.

Juana había nacido en Isla Maciel, en el sur del gran Buenos Aires (Avellaneda). Su padre falleció primero y luego ocurrió lo propio con su madre, cuando sólo contaba con 50 años. Tenía 3 hermanos y el mayor de ellos se hizo cargo de mantener a la familia.

En su juventud Juana tomó una decisión crítica: Cruzó el Riachuelo para iniciar un periplo que culminó en Rosario, donde quienes la conocieron decían que era parecida a Rita Hayworth, motivo por el cual, al definir que quería ser artista decidió su nombre artístico optando por llamarse “Rita Day”.

“Me decidí a irme cuando una amiga me hizo mención a un aviso en el diario en el que se pedían dos chicas para un espectáculo de baile. Las postulantes tenían que tener buen cuerpo, piernas y linda cara. Junté coraje y al presentarme me admitieron enseguida”, refirió Rita.

El lugar se llamaba “La Mosquita” y las bailarinas debían hacer danzas árabes y caravanas con un pañuelo en la cabeza.

“Aprendí a bailar con Estela Rey y su esposo, de apellido Domínguez que habían formado un ballet de 6 chicas. Al poco tiempo terminé siendo solista e incorporé al repertorio afrocubano y coreografías osadas en las que me revolcaba por el piso y movía el busto”, aclaró sonriendo Rita.

Al principio bailaba en desabillé hasta que le sugirieron que mostrara un “poco más”.

Su primera actuación tuvo lugar en el cabaré Tetuán, ubicado en calle Santa Fe entre presidente Roca y Paraguay. Allí quedó sola tras la renuncia de los artistas que la acompañaban, pero con perseverancia cumplió el contrato entreteniendo a los clientes bailando entre ellos hasta que el local fue clausurado.

En sus presentaciones artísticas arribó a Brasil, donde en el América Bar de Porto Alegre la calificaron de salvaje al actuar, debido a que el presentador de su espectáculo repetía ¡ay, ¡qué salvaje!

Para hacer ese espectáculo la había contratado un empresario de Buenos Aires.

Fue allí que asumió su nueva identidad de fantasía: “Rita, la Salvaje”, mientras bailaba mambo y otros ritmos afrocubanos en los escenarios.

En los 50 sus audacias en los escenarios sorprendían porque afrontaba un desnudo completo, haciendo escenas como “El ventilador”, en el cual hacía girar tiritas con los colores de Rosario Central y Newell’s Old Boys, con el movimiento de sus senos. El primero que paraba de girar era el perdedor.

Le enseñaron a hablar y relacionarse con el público e incluso hacer chistes procaces. Aprendió rápido y se manejaba con desparpajo escénico, usando una lengua “filosa” para replicar con impudicia atenuada y con sentido del humor mientras acompañaba a la música haciendo bailes irreverentes.

 

Rita con Rita

Rita “La Salvaje”, en diálogo con la actriz Rita Cortese admitió conocer “Madame Safo”, un renombrado prostíbulo de Rosario, pero con énfasis puntualizó: “jamás en mi vida cobré por sexo en un prostíbulo. Cuando actuaba a las artistas nos mandaban a buscar con un auto y nos llevaban de nuevo a donde vivíamos”.

A pesar de lo que pueda pensar el lector de esta columna, Rita dejó claro: “Me enseñaron que, si cobraba, Dios me castigaría. No soy una virgen santa, pero puedo afirmar que nadie puede decir yo me acosté con esa mujer” y agregó: “si me agradaba un hombre, sabía dónde mandarlo. Más tarde iba yo”.

Rita La Salvaje

Rita y “El Cholo” Montironi

Compartió escenario en el cabaré Morocco de Rosario. Actuaba junto al dúo tanguero del bandoneonista baigorrense “Cholo” Montironi y el cantor Carlos Budini.

En otro tramo de su carrera, ya en Rosario, actuó en el Teatro Casino, localizado en Ricchieri y Jujuy, al que según ella “concurría un público bravo y propenso al desborde”. En el show ella hacía salidas por espacio de media hora y en la presentación final se desnudaba totalmente. En sus salidas hacía “imitaciones” de modelos de Rosario y de Buenos Aires.

En ese teatro del barrio Pichincha, los espectadores, inclinados a abalanzarse sobre Rita desnuda y las restantes bailarinas, obligaban –sistemáticamente-, al director de escena estar siempre pendiente de este tipo de episodios y, cuando ocurrían, ordenaba que de inmediato se bajara el “telón” de madera para evitar abusos.

El teatro cerró en la década del 60, debido a que al propietario le querían cobrar impuestos que no podía pagar. “Yo lo encontré en Buenos Aires -recalcó Rita- en el Teatro Florida y me dijo que volviera a Rosario, pero me costada despegarme de la capital. Había ido a Buenos Aires a ponerme las uñas y cada 15 días volvía   y me encontraba con él y su esposa”.

“Lo mío era el streptease”, declaró en una nota que le hicieron en el diario Clarín. “La gente se volvía loca y me aplaudía a rabiar. Fui la primera que se desnudó completamente en un espectáculo en Argentina y en el extranjero”, aseguró en el reportaje.

Rita, ya un poco regordeta, trabajó en Buenos Aires en el cabaret “Te Toin”, de Paraguay al 2000 hasta que lo clausuraron. Posteriormente, en Rosario hizo lo propio en “La Marina” y en la boite “Caracol” de Santa Fe 1357, que luego se denominaría “Paradise”, de calle Mitre 861.[1]

En el barrio Rosario Norte –otro de los nombres con que se conocía a la zona de Pichincha con mucho movimiento debido a la llegada y partida de trenes y a la existencia de hoteles, actuó un breve lapso y lo hizo en el ya famoso -por esos años- “Rendez Vous”, de Belgrano 202, tras lo cual hizo lo propio en locales del barrio Sunchales.

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Para verla actuar en el “Rendez Vous” –ya casi en el comienzo del ocaso de su carrera-, llegaban a Rosario colectivos de turismo repletos desde Buenos Aires, hasta trenes que llegaban a la estación rosario Norte, a las 23 y quienes iban al espectáculo esperaban en la puerta hasta la 1 de la madrugada. Allí Rita hacía 3 funciones por noche, hasta las 4, todos los días. El lugar se llenaba porque concurrían solteros y solteras con sus parejas, matrimonios y se festejaban todas las noches cumpleaños y despedidas de solteros.

Luego se produjo el asesinato del hijo del dueño, Ángel Ruggero de sólo 23 años, al que le efectuaron cinco disparos.

El destino quiso que lo asesinaran frente a ella. “Yo quería, en mi desesperación y locura, sacarle las balas del interior del cuerpo, con las manos ensangrentadas. Estaba muerto y no me daba cuenta”, recordó con tristeza Rita.

 

En el Petit Edén

Para un empresario, de apellido Sevilla, hizo actuaciones en Córdoba, donde había un cabaré denominado “Petit Edén” y con el correr de los años recorrió 17 países de Sudamérica y Centroamérica.

En Uruguay actuó en el Dancing Pigall –ex Embasy-, donde hizo presentaciones junto a Santiago Ayala “El Chúcaro”, oportunidad en que cada uno hacía su número.

En el período 1955-1956 estuvo haciendo presentaciones en Nicaragua, en plena gestión de Somoza, a la vez que recorrió Panamá, Venezuela, Bolivia y Chile –donde hacía presentaciones en “El Club de Medianoche” de Santiago, ciudad en la que comenzó a vivir en hoteles. Sus actuaciones le permitieron adquirir alhajas, brillantes y un tapado de piel, pero en el Hotel Pelayo la doparon y le robaron todo.

También hizo shows en Perú, dónde en uno de los mismos, realizado en Lima, le dieron el premio a la mujer artista más destacada en striptease. Hasta le pusieron una corona y le dieron una medalla.

 

El caramelito frutado  

Era única en lo suyo. Iniciaba el show con una canastita en la que tenía caramelos y les decía a los asistentes que les iba a tirar caramelos para “endulzar la noche”. Después se colocaba un caramelo entre los senos y “otro allí abajo”, atados con un piolín. Luego de menearse, mientras se sacaba la ropa, se tocaba los genitales, en los que se introducía un caramelito frutado.

Al final del espectáculo, le decía a alguien del público que se acercara, se arrodillara y le indicaba luego: “sácame el caramelito”[2] .

Varios corrían para sacárselo y le retiraban el papel al caramelo con los dientes, tras lo cual se lo comían. Varios artistas le sacaron el caramelito, incluso uno de ellos tres veces: El polaco Goyeneche.

A sus presentaciones Juana actuó junto a reconocidos artistas de renombre internacional. Nos referimos a Pedrito Rico que la acompañó en “La Marina”; Rosamel Araya, Mario Clavel, Rosita Tulipán, Alberto Olmedo, Nélida Lobato, Nélida Roca y Armando Discépolo, entre otros.

También concurría a ver sus espectáculos en el Te Tuan de Buenos Aires, el Mono Gatica, Raúl Lavié y Amelita Vargas.

En el 2005, Rita siguió siendo una mujer enérgica, detallista y cálida. Le gustaba el mate dulce.[3] Estuvo dos veces enamorada, pero nunca se casó. Uno de sus hombres la engañaba con otra. Eso sucedió en Córdoba. Su otro novio fue un tucumano.

 

La cama de agua redonda

La madre de Rita, que deseaba que su hija se hiciera famosa como bailarina profesional, le compró una cama redonda, llena de agua “para humedecerse la cuchufleta” 4], -todo un hallazgo para esa época- y Rita la utilizaba para hacer un número con un hombre que hacía de marido en el escenario. quién le tiraba cosas que ella sacaba.

Rita fue estricta con los narcóticos. Lo tenía bien claro: nunca usó drogas, aunque admitió que en sus presentaciones en Chile había una “bota con cocaína en el interior del local” para los clientes. Sí tomaba champagne, en el que mojaba una vainilla mientras hacía su show.

Actuó en escenarios hasta 1982. Corrió el rumor de que había fallecido y posteriormente sufrió un robo de todas sus pertenencias. Cayó en una fuerte depresión y llegó a estar internada en el psiquiátrico Agudo Ávila, desde donde fue dada de alta en 1990.

Nunca se casó, aunque admitió que le hubiera gustado tener hijos, pero se enamoró en dos oportunidades. A ambos hombres los conoció en un cabaret bailando, y ambos la engañaron.

“Me enamoré en Tucumán de un turco, pero no me quería. Tenía otra y yo no lo sabía, pero un día, me tocan la puerta donde vivía y al hacer pasar a la mujer me dijo: Soy la mujer de tal…”, admitió con tristeza Rita.

Su segundo amor lo conoció en Córdoba. “Me enamoré en 1960. También era turco y luego me enteré que tenía novia y estaba comprometido. Era Miss Córdoba y se parecía a mí. Yo estaba viviendo con una amiga en un departamento al que un día viene mi modisto a pedirme un vestido y él turco estaba allí. Al día siguiente mi modisto me contó todo. Yo me quería morir ya que conocía hasta la madre que me adoraba y el padre incluso vino a ver mi espectáculo a Rosario. Pero él se casó con la Miss y al poco tiempo tuvieron un hijo”, relató con lágrimas en los ojos.

“Yo había puesto un departamento con mi plata, en Córdoba para irnos a vivir juntos. Incluso fui al emporio de la Loza y me gasté 13.000 pesos”, se lamentó. “Nunca más me enamoré”, concluyó.

Rita embarazada 

Cuando la protagonista esencial de este relato se enteró que iba a tener un hijo decidió interrumpir el embarazo. “Me lo tuve que sacar porque estaba trabajando. Lloré mucho, pero no llegué a las tres semanas y por esa decisión le pedí a dios 50 mil veces que me perdonara, sino qué sería”.

Ya retirada de las tablas Rita no abandonó Santa Fe. En una de las tantas entrevistas que le hicieron en su casa señaló que siempre deseó conservar el cabello largo para poder peinarse como Evita, ya que era “Evitista”. De la esposa de ex presidente Perón tenía una moneda que le había regalado con su imagen. Se la había dado en la casa de una de sus hermanas, en Avellaneda, donde la conoció. Allí Eva levantó la tapa de una olla donde había comida haciéndose y la probó con un cucharón. Ese día Eva le regaló a su hermana guardapolvos y zapatillas.

Rita ingresó en el Psiquiátrico Agudo Ávila en 1983 “para ser tratada de psicosis alucinatoria crónica, una patología en las que el paciente sufre alucinaciones auditivas y situaciones irreales. A ella la rumiaban el engaño, el rencor, la humillación, la culpa y la presión reivindicativa. Buscó auxilio en el alcohol, transformándose en un símbolo del desparpajo libertino. Se sintió usada y ultrajada moralmente. Le hicieron promesas y no le cumplieron y hasta le robaron”, comentó el doctor Di Sialle, quien la trató en el hospital.

En razón de su situación personal, a instancia del secretario de Cultura de entonces en Rosario, Enrique Llopis, logró la externación del PAMI y la llevó a vivir donde funcionaba una editorial de revistas. Allí, ella armó una pieza y comenzó a resocializarse ayudando a Llopis.

Más tarde se asentó en una pensión y retornó, de a poco a la vida social, pero el poco dinero que había ahorrado quedó atrapado en un corralito bancario y su única opción fue buscar una pieza que encontró libre sobre calle San Martín, frente a un Puti Club de Rosario.

Muchas horas de lo que restaban de su vida las pasó en una habitación que contaba con una cama, dos sillas, un roperito y una mesa que ella transformó en un altar donde junto a la Virgen María estaban sus fotos y recortes de revistas, un mate, su gata y el baño externo. Su lujo era un televisor con cable que había obtenido por canje en una de sus presentaciones.

En el 2010 el PAMI, mediante un asistente social, obtuvo un subsidio para que pudiera mantenerse hasta su fallecimiento en 2016, aunque en el 2014 logró que la ingresaran en un geriátrico de Pichincha, con 88 años.

En el geriátrico comenzó a deteriorarse progresivamente, perdió lucidez y al final ya no reconocía ni a su amiga Patricia. Una noche se descompuso y debió ser internada en el PAMI 1, donde no logró recuperarse y empezó a dejar de alimentarse porque había decidido entregarse a su querida Virgen un 7 de mayo de 2016.

 

Interventores

Como estaba acordado tradicionalmente entre los militares que se repartían intervenciones, un marino –Santa Fe le correspondía a la Marina-, se hizo cargo de la policía como resultado de una nueva injerencia militar-federal.

En este caso, el 16 de junio de 1943, tomó posesión del mando en la Jefatura de Rosario el capitán de fragata Leónidas Vázquez, quien había sido puesto en funciones por el ministro de Gobierno, capitán de navío Andrés Eschack.

Vázquez, a su vez, en el acto de su asunción designó como secretario general a Jacinto M. Abade.

De la pobrísima gestión de Vázquez, sólo se puede recoger que el 10 de septiembre de 1943, recibió a una delegación de la Caja Mutual de la Policía, que le reclamó la resolución de problemas económicos y sociales que soportaba la entidad.

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Vázquez -un funcionario fantasma-, el 18 de noviembre de 1943 le pasó la posta a un ex jefe del Cuerpo de Carabineros de la Provincia de Buenos Aires: Raúl M. Coghan. Del designado dependían, hasta ese momento, el cuartel central de Florencio Varela y 38 destacamentos.

El interventor federal a nivel provincial, ingeniero Manuel Argüelles, designó jefe de Policía a Coghan y en la fecha indicada el ministro de Gobierno de la intervención, doctor Álvarez Prado, lo puso en funciones. El nuevo titular de la policía rosarina, a su vez, nombró como comisario de órdenes a José Máximo Díaz.

En la foja de servicios de la época se calificó a Coghan como un jefe de Policía culto, con firmes decisiones, enérgico, ecuánime, experto y decidido.  Recogiendo información, se detectó que el carabinero también había sido calificado en la Provincia de Buenos Aires como un hombre de vasta cultura y de decisiones enérgicas.

 

La muerte se disfraza de accidente automovilístico

La seguidilla de militares a cargo del control social, en función de una conjunción castrense-policial continuó con el mayor Aurelio Muñoz, quien tomó a su cargo la Jefatura el 24 de agosto de 1944.

Muñoz nació en Buenos Aires el 1º de marzo de 1895 e ingresó al Colegio Militar en 1911. Tres años más tarde recibió el despacho de subteniente, con menciones distinguidas. Obtuvo por merecimiento propio, como oficial, sucesivos ascensos, siendo designado jefe de grupo en el Regimiento 3 de Artillería, arma que pertenecía.

Posteriormente se lo designó miembro del Estado Mayor General del Ejército y ocupó la vocalía en el Consejo de Guerra permanente para suboficiales y tropa. Y al producirse el movimiento revolucionario del 4 de junio de 1944, el interventor nacional en Santiago del Estero, coronel Brito Arigós, nombró a Muñoz jefe de Policía de la ciudad capital de aquel Estado.

El 24 de agosto de 1944 fue designado jefe de Policía de Rosario, ya que Muñoz estaba estrechamente vinculado a círculos rosarinos, en razón que en dicha ciudad nació su madre, Elena Rodríguez Larreta y su abuelo materno, O. Avalos Rodríguez Larreta.

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El 13 de febrero de 1945, en un camino de Córdoba, a unos 1.500 metros al este de la localidad de Funes, en un accidente de tránsito soportado por el vehículo en el que viajaba, Muñoz falleció.

El automóvil, conducido por Bernardo Beltrán, a las 22,20, embistió a un camión estacionado, estando este último vehículo a cargo de Alberto Soffiantini, de 29 años.

La esposa de Muñoz, Ernestina Quiroga Novillo, que viajaba en el asiento posterior, resultó con severas lesiones y el chofer con heridas de suma gravedad. La mujer fue remitida al Sanatorio Británico, donde se recuperó. Beltrán fue internado en el servicio de cirugía de la Asistencia Pública y lo atendieron médicos de la Caja Mutual de la Policía.

Los restos del mayor Muñoz fueron recibidos en el Palacio de Jefatura por el ministro de Gobierno e interventor interino, doctor Carlos Steffens Soler y el secretario general Antonio Díaz Soto. Al rendírsele honores, hizo uso de la palabra, el ministro de Gobierno interino, Ricardo Bladrich.

El paso breve de Muñoz por la repartición, -según la prensa-, se caracterizó por sus iniciativas, su dinamismo y su correcto accionar, logrando mejoras en los sueldos del personal y en su idoneidad. En un homenaje, tras su muerte, el 3 de abril de 1945, Muñoz fue designado inspector general. Al fallecer Muñoz, asumió interinamente Antonio Rodríguez Soto el cargo que éste dejara.[5]

 

 

[1] Rosario Express, Sección Leyendas urbanas. Daniel Briguet. Pág. 25,26,28,29

[2] Íbidem.

[3] Íbidem.

[4] ïbidem

[5] Esta columna contó con fuentes propias y citas de materiales periodísticos de “Cuna de la Noticia”, del autor; Sonia Tessa, Rosario Plus, La Capital, Rosario 3, WEB Juan de la Calle y Todo Tango.

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*Ricardo Marconi es Licenciado en Periodismo y Posgrado en Comunicación Política

Fotos barriopichincha.com.ar

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