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Siembra de cadáveres – Por Ricardo Marconi

📜 El Rompecabezas de la Muerte en Rosario – Por *Ricardo Marconi

Siembra de cadáveres

 

La socióloga Laura Etcharren ha señalado que “los búnkers se han transformado en el tiempo en hogares tergiversados” y se han multiplicado en forma de enclaves que poseen las bandas en Buenos Aires, el conurbano bonaerense, Santa Fe y, obviamente, en Rosario, donde la muerte por actos de sicariato suma, al menos, uno o dos asesinatos diarios desde el 1º de enero de este año.

Incluso, vale puntualizarlo, en Rosario no sólo actúan, casi sin freno, no sólo las bandas locales, sino también las internacionales, que conforman células vinculadas a narcos de Centroamérica y Europa.

 

Rosario ¿sembradío de narcos? 

Nuestra ciudad se ha convertido en un semillero de marginalidad desde finales de la década del 90 y principios del 2000, cuando las pandillas comenzaron a crecer desmesuradamente a partir del avance indetenible de la pobreza, la casi inexistencia de trabajo registrado y, consecuentemente, de la marginalidad –que no es sinónimo de pobreza-, ya que el marginal quiere que el plan social sea su trabajo, y el complemento es la changa o la venta de drogas de todo tipo, esta última el punto de partida de una siembra de cadáveres en Rosario.

En los 80, las autoridades que vivían como Adán en el Paraíso alegaban –para negarse a actuar-, que Argentina era un país de tránsito de drogas y en los 90 aparecieron las pastillas.

Ya en el 2000, cuando los organismos de seguridad se dedicaban a controlar la situación, de manera parcial, para que no se produjera una explosión social, llegaron -a destiempo-, a darse cuenta realmente lo que sucedía y no pudieron evitar la destrucción del tejido social, que rápidamente se mutó en narco-criminalidad organizada.

 

El punto de inflexión

En 2007 se produjo el punto de inflexión que resultó ser el tráfico internacional de efedrina y, a partir de allí, creció el mercado de las drogas de diseño.

Llegó la nueva alteración y cayó sobre una sociedad argentina desbaratada, evidentemente con Rosario incluida, en la que los especialistas, analistas y todo tipo de comentaristas hablaban, sin preámbulos, de una “ciudad tomada a través de aceitados mecanismos de distribución de drogas, con depósitos incluidos en la periferia de la ciudad y en localidades cercanas importantes donde comenzaron a asentarse bunkers”, según la socióloga antes aludida.

 

Nuevos desarrollos empresarios

Como toda empresa que se desarrolla en todo tipo de comercios, se habilitaron lugares de venta en viviendas “de acumulación” y otras de “producción”, así como de reservorio de armas cortas y largas, las que son destinadas a balear los frentes de viviendas y comercios o, directamente, para ajustes de cuentas por falta de pago.

De esa manera, son alimentados los vendedores barriales, quienes, a su vez, desarrollan sus PYMES, ayudados por menores que, a la venta, agregan la tarea de ser una especie de “alerta temprana” ante la presencia de las autoridades o de sujetos sospechosos.

Esos menores, en general, no perciben dinero en efectivo por su trabajo. Sus “emolumentos” los cobran en droga desde, me dicen, el 2005.

Los especialistas han dicho, en un sinfín de oportunidades, que trabajan en base a datos regionales y ellos son derivados al gobierno nacional para que tenga información fidedigna, a los efectos de accionar preventivamente.

 

 Santa Fe ¿tomada?

Sin embargo, las bandas se actualizan más rápidamente y están abandonando los bunkers y los puntos de ventas fijos para ubicarse en quioscos y verdulerías, entre otros comercios de pequeña escala, cuyos propietarios se “ayudan” con la venta barrial de la periferia, donde hasta se cortaría cocaína, se armarían porros y se acumularían armas de fuego. Esto que señalamos no es ningún secreto. La policía lo sabe y, me dicen, haría de vez en cuando un operativo para sumar a la estadística.

Ya hay analistas que, en voz baja, aseguran que Santa Fe “estaría tomada por el narco” y para justificar su apreciación dicen que por vía marítima ingresa la droga en un 55%. Por la ruta 34 se lleva y trae droga al noroeste del país en un 9% y de allí sigue camino a manos de organizaciones internacionales, como por ejemplo Paraguay, donde convergerían dos proyectos: el del narcotráfico y el del terrorismo, que pagaría –según versiones-, sus servicios con droga o en armas en Europa y África.

En el ámbito político no son pocos los que sostienen que el río Paraná es una ruta narco desde Paraguay con marihuana para ingresar a Santa Fe. Se habla de un 80% -un 10% por vía aérea y el resto por vía fluvial-, pero nadie oficialmente lo asegura.

 

Los adelantados

Los primeros “colonizadores traficantes” se habrían posicionado en lugares cercanos a los clubes y escuelas secundarias en los inicios de los 90 y luego, progresivamente llegaron hasta el punto de construir narco-túneles para no ser detectados a nivel de superficie en la zona sur de Rosario. También se utilizaron grupos de poder y hasta estructuras armadas para asistencia en el área de seguridad.

Y así llegamos a la etapa del “crimen organizado”, que tomó el relevo que dejaron las pandillas y bandas con poder limitado y sin capacidad operativa para lavar dinero, que tenían y tienen las organizaciones  estructuradas  al nacer en territorio colombiano, donde diariamente se producen enfrentamientos  entre bandas  para tomar el mercado del enemigo y para abastecer a líderes que necesitan efectivo para sus campañas y para sustentar su propia defensa con fuerzas de seguridad tomadas por el denominado “multicrimen”, que opera en zonas selváticas, pero que tienen gerentes en las ciudades.

 

Nuestra defensa territorial

Recientemente, en nuestro país, el presidente de la nación, Alberto Fernández designó a un nuevo titular del Sistema de Inteligencia Argentino, tras dejar sin efecto la intervención de la AFI, que se hallaba la exfiscal Cristina Caamaño, quien no tuvo éxito en lograr la reestructuración prometida, que incluyera la auditoría de gastos, disminuyendo consecuentemente el número de agentes de campo y de más de 65 directores.

En su momento, las dirigentes de Memoria Activa Diana Wassner y Adriana Reisfed, que agrupa a familiares de víctimas de atentados a la AMIA, junto a abogados recordaron a la interventora de los espías argentinos los compromisos internacionales pendientes por el decreto 812, que implicaban la investigación del caso aludido, allá por el 2005.

 

Cambios imprescindibles

El doctor en derecho y profesor de la Universidad de Buenos Aires José Manuel Ugarte, expuso lo que consideró imprescindibles, en enero del 2020: cambios en el Sistema de Inteligencia Nacional.

En su ponencia “Sistema de Inteligencia Nacional Argentino”, presentada en Miami, Estados Unidos, contrapuso lo enunciado por Fernández con el actual funcionamiento de la AFI que “hoy concentra facultades relativas a inteligencia exterior, interior y contrainteligencia, dependiendo directamente del presidente”.

El sistema que nos ocupa tuvo reformas mediante las leyes 25.520 y 27.126 y, precisamente, en esta última se agregó “la facultad relativa a la producción de inteligencia criminal sobre delitos federales complejos de narcotráfico, terrorismo, trata de personas, tráfico de armas, ciberdelitos y delitos contra el orden económico, los que han crecido en Rosario de manera considerable.

Está claro que hay grupos de todo tamaño y pelaje en el submundo de la droga y, permanentemente, unos se subsumen en otros o son desmantelados y luego se vuelven armar con los que quedaron, estando  en la cúspide internacional “el Clan del Golfo”, según los especialistas porque habrían logrado un nexo muy fuerte con los políticos que los utilizarían para  generar “guerras en miniatura” en centros poblados donde la lucha para sobrevivir es palmo a palmo por obtener y mantener el poder que dan los cultivos.

 

Autodefensas Gaitanistas

Se estuvo escuchando en el submundo data relacionada con “las Autodefensas Gaitanistas” de Colombia, a la que se considera la más ambiciosa y despiadada, siendo por ello las responsables del crecimiento de las tasas de criminalidad variada, sólo ubicadas detrás de las del Congo, según el índice global del crimen organizado.

Los recursos naturales y la minería ilegal son los marcadores de índices que más sobresalen para obtener mano de obra para actuar como sicarios.

En el mundo los países desarrollados tienen integrados policías y analistas de inteligencia no dependientes del Sistema de Inteligencia, mientras que, en Argentina, se asignaron funciones de inteligencia criminal a la AFI para, presuntamente, espiar en sectores políticos.

El referido Ugarte, en su trabajo especializado hizo mención a que “en Argentina, el Ejecutivo no ejerce control alguno y se pretende que una comisión parlamentaria, habitualmente verificada por el partido del gobierno, constituya el único control, con pobres facultades para obtener acceso a información clasificada con la autorización del director de la AFI. Es más, en su momento, una de las espías era vendedora de cosméticos y otro agente de seguros.

Después nos preocupamos cuando nos pasan, en el área que nos ocupa, “como alambre caído”.

El periodista Mauro Federico, en uno de sus análisis, hizo referencia   a que el presupuesto de la AFI, en 2019, alcanzó la suma de 2.600 millones de pesos para la gestión específica y para el mantenimiento administrativo. Ese mismo año la AFI tenía 209 vehículos y sólo 4 eran blindados. Otros cuatro habían sido decomisados al “Pata Medina”, pero ya le fueron devueltos y el “Pata”, hace sólo horas, disfruta de su libertad para circular libremente.

Otros datos logrados sobre la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), indicaban que las “fuentes” cobraban como “inorgánicos”, con fondos “negros” que, en algunos casos aportaría la CIA.

Finalmente, sólo resta agregar que La Dirección Nacional de Política Criminal es la encargada de generar la estadística de delitos oficial y coordinar la recolección de datos. Recibe información del Sistema Nacional de Información Criminal que recoge de delitos registrados por la policía, Gendarmería Nacional y la Prefectura.

Hay que tener en cuenta que es la “cifra blanca “o sea los delitos denunciados. Pero está también la cifra “negra” que son los no denunciados. Las cifras más ciertas tienen que ver con homicidios, dolosos y culposos. El resto, a nivel de datos, es dudoso y de ello surge la falta de confiabilidad y la percepción de inseguridad en la población.

 

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*Ricardo Marconi es Licenciado en Periodismo y Posgrado en Comunicación Política

Foto: Fuente: diario La Voz

Viene de acá: En la ESMA te utilizaban y luego te eliminaban, ese era el plan

Continúa aquí: Rosario, el infierno de la droga tan temido

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