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Los números de la muerte – Por Ricardo Marconi

📜 El Rompecabezas de la Muerte en Rosario – Por Ricardo Marconi

Los números de la muerte

 

“La Triple A generó una cantidad de crímenes estimada entre 1500 y 2000 personas. Fueron asesinatos que se produjeron entre un 90 y 95 por ciento tras la muerte del ex presidente Juan Domingo Perón. El objetivo era claro: crear el terror y preparar el camino de la represión”.[1]

La Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas CONADEP, creada el 15 de diciembre de 1983 [2] atribuyó a la Triple A, un total de 19 asesinatos políticos en 1973, 50 en el transcurso de 1974 y 359 en 1975. En definitiva 428 crímenes.

Roberto Bastechi[3], en su trabajo de investigación sobre la época histórica que nos ocupa señaló que “no fue casualidad que cayeran abatidos militares, políticos y dirigentes sindicalistas, así como hombres y mujeres representantes de las bases barriales, donde el imperativo era domesticar a la población para imponer el plan preestablecido por medio de la fuerza.[4]

El gobierno de Isabel Martínez Cartas de Perón permitió y no se preocupó por reducir el poder del terrorismo de Estado. Incluso algunos allegados al poder, calificaron a la Triple A como “una especie de anticuerpo de la sociedad”.

Sin embargo, no podemos dejar de aludir a la Juventud Peronista como la única que se decidió a atacar a José López Rega y como consecuencia directa de ello tuvo en su seno la mayor cantidad de víctimas y desaparecidos.

En su libro “López Rega. La biografía”, el escritor y periodista Marcelo Larraquy, marcó algunos puntos fundamentales del funcionamiento de la Triple A, los que podemos sintetizar señalando:
. López Rega y el esquema represivo fueron funcionales a las necesidades del Estado peronista de la década del 60, dónde, paradójicamente los reprimidos fueron también peronistas
. López Rega nació en Buenos Aires, curiosamente un 17 de octubre, pero de 1916, aunque recién alcanzó celebridad como secretario privado de Juan Domingo Perón y por su nefasta influencia sobre Isabel Martínez Cartas
. En su niñez, Rega fue un pequeño introvertido y callado, interesado en temas espirituales y religiosos. Apoyado por el jefe policial Filomeno Velazco[5], integró la guardia que protegía la residencia presidencial y de cabo ascendió a jefe policial
. Su relación con Perón se profundizó al tomar el puesto de custodio personal en 1965. La común afición que tenía con Isabel Martínez   por el espiritismo, los relacionó de manera definitoria
. Promovió, actuando como ministro de Bienestar Social de la Nación, durante los gobiernos de Héctor José Cámpora y Raúl Lastiri, así como del propio Perón, una política conservadora, a la vez que generó la Triple A, un grupo armado de ultraderecha destinada a realizar homicidios selectivos para combatir lo que “El Brujo” entendía como “la influencia de izquierda” del peronismo y de organizaciones marxistas
. Al ser enviado desde España, junto a Isabel, organizó en Argentina una reunión con el mayor Bernardo Alberte[6], delegado de Perón y promotor de varios de los movimientos de la izquierda peronista, entre ellos la CGT de los Argentinos
. En España se desempeñó como custodio y luego como secretario privado del matrimonio
. Tras las elecciones de 1973, Cámpora lo designó –por orden de Perón- en la cartera de Bienestar Social y al regresar Perón a la Argentina, actuó como instigador del enfrentamiento de las dos alas del peronismo que culminó en la masacre de Ezeiza, en la que los sectores bajo su mando fusilaron las columnas de Montoneros que intentaron acercarse al palco
. El dirigente del ERP Mario Santucho lo acusó abiertamente de la masacre en una conferencia de prensa y Rega criticó a Cámpora en una reunión de gabinete. Tras estos hechos, al enterarse de las reuniones de Perón con líderes del Ejército, tanto Cámpora como su vicepresidente renunciaron y la presidencia provisional quedó en manos de Raúl Alberto “corbata” Lastiri –tenía más de cien en su placard- Lastiri, presidente de la Cámara de Diputados
. Articuló a toda la derecha argentina, peronista, no peronista y militar
. Manejaba mucho dinero, disponía de armamento y daba subsidios, poseía vehículos y tenía bajo sus órdenes más de un centenar de criminales que utilizaban de centro operativo el propio Ministerio de Bienestar Social, ubicado frente a la Plaza de Mayo, así como los jardines de la Quinta de Olivos
. Atacó a los “Montoneros”, a la “infiltración marxista” y a las formaciones políticas que se le ocurría que enfrentaban sus propósitos personales. Finalmente, la cacería se tornó indiscriminada

José López Rega y Juan Domingo Perón en Puerta de Hierro (Infobae)

. Por ese entonces, las sentencias se cumplían en un plazo no mayor a las 72 horas, con el agregado del cuerpo carbonizado de la víctima tirada en la calle, más de una vez en el centro de Buenos Aires
. “Lopecito” no llega de afuera del peronismo, es constitutivo y esencial al partido
. Representó el primer ensayo general del trágico paradigma de la época, esto es la represión ilegal del Estado, aumentada y generalizada por la Junta de Comandantes a partir del 24 de marzo del 76
. Su caída no fue otra cosa que la resultante de una terrible puja económica a partir del Rodrigazo –Celestino Rodrigo era hombre de López Rega-, quien devaluó en 160 por ciento, pulverizando los salarios. Debido a ello Isabel terminó aceptando la presión obrera, contra la opinión de Rega y tuvo, este último, que renunciar
. “Lopecito” fue obligado a exiliarse en 1975, tras la violencia que generó el plan económico  promovido por Celestino Rodrigo  para desmovilizar al sindicalismo argentino
. En el exilio español, prófugo de la justicia argentina, del 75 al 86 vivió con una concertista, utilizando, presuntamente, dinero mal habido y otra identidad
. Luego abandonó España y se refugió en Suiza, donde vivió en las cercanías de Ginebra, hasta 1982, año en que fue descubierto por un fotógrafo
. Huyó a Bahamas y allí vivió hasta 1986, alternado con su residencia en la ciudad de Miami, Estados Unidos. Allí intentó renovar su pasaporte y fue ubicado por el FBI
. Finalmente fue detenido en Estados Unidos, en 1986, de donde fue extraditado, estando su causa “congelada” –según versiones-, debido a un acuerdo peronista-radical para salvar a Isabel
. López terminó sus días en la cárcel, sin ser condenado, a la espera de sentencia por la acusación de 19 homicidios en 1973, 50 en 1974 y 359 en 1975, aunque todos sabían de su responsabilidad criminal en dichos homicidios, asociación ilícita y secuestro
. Murió en Buenos Aires, a los 73 años el 9 de junio de 1989

 

. La muerte se enseñoreó en esos tiempos con Rosario. “En esa época en Rosario casi no quedó nadie vivo entre la militancia, a la vez que murieron mujeres que formaron parte del secretariado de la guerrilla”, recordó un peronista, interlocutor del autor. Fueron atrapadas cuando concurrían a “citas políticas cantadas” por compañeros de las misma, ya detenidos por las fuerzas armadas y que “señalaban” a sus ex compañeros para sobrevivir
. Así cayó, entre otras, Mónica Capelli, quien, con el rostro empalidecido, el cuerpo bañado en sudor como si supiera que algo definitorio le iba a pasar, las pulsaciones a mil, la boca del estómago comprimida y con la sensación de tener las piernas casi paralizadas de miedo llegó a la casa de un compañero para dejar a su hija de sólo 3 años, a la que no vio nunca más. No contentos con lo hecho, los militares se llevaron también a la familia de Mónica

 

El caso Schiffrin

Leopoldo Schiffrin[7], estrecho colaborador del presidente Cámpora, definió límites de la Triple A señalando que “Hubo una serie de grupos parapoliciales que convergieron en una actividad violenta, tanto destinada a destruir al peronismo revolucionario como a la izquierda ultrarevolucionaria, así como a la elites culturales y sindicales. El gobierno militar se limitó a continuar la tarea tras tomar el poder, pero con un procedimiento más perfeccionado y disimulado”.

Leopoldo Schifrin, colaborador de Héctor Cámpora

“La Triple A-continuó Schiffrin- no fue más que una sigla nueva o una reorganización de lo que ya existía antes de los grupos de Osinde, de Iñiguez, de los grupos sindicales que al sumársele López Rega, lograron incorporar una conducción parapolicial con la ayuda de “mano de obra desocupada” y de policías retirados, con mayor caudal organizativo para estructurar la represión”, y con más sentido de estructuración de grupo, agregamos sin temor a equivocarnos. “Lopecito”, tenía una mente inclinada a la violencia y al exterminio, porque el hecho de fomentarla en su Ministerio, indicaba para donde se dirigía con su propia iglesia”.

Schiffrin también refirió que “En La Plata, la Triple A se incorporó a la policía y, mientras tanto, Perón no decía nada. A ése lo dejaba actuar y a ése otro también. Mientras Perón vivió, sin embargo, la Triple A no se animó con gente de primer nivel”.

El ex funcionario expresó que “en la Argentina de ese momento histórico la violencia era una forma normal de hacer política”.

Se ocupó Schiffrin del artículo de los cesanteados y aspectos no penales de la Ley de Amnistía, que resultó eficaz. También trabajó en la Ley que disolvió la Cámara Penal.

“Estaba en el Concejo Deliberante cuando lo vinieron a buscar –un tal Bacigalupo- para que fuera a la Casa de Gobierno, a hacerse cargo de una situación absurda. “Estaban esperándome el hijo de Cámpora, el ministro de Justicia Antonio Benítez y el presidente de la Corte, doctor Bercaiz”, dijo el asesor y agregó: “Lo habían llevado a Cámpora para que firmara un decreto de indulto para que no incendiaran la cárcel de Devoto. Nadie estaba dispuesto a esperar al día siguiente a que se sancionara la Ley que saldría del Congreso. La decisión debía tomarse ya y entonces dije: vamos a hacer un indulto”.

Y para designar a los indultados, se fijaron en una lista de personas puestas a disposición del Poder Ejecutivo por causas penales. Un jefe de Despacho del Ministerio del Interior arrimó una lista de personas que habían estado detenidos, pero que estaban libres…eran tres listas que debían ser analizadas minuciosamente y luego se agregó una cuarta. Schiffrin, al saltar el asunto Giovenco-militante de la Concentración Nacionalista Universitaria (CNU), que operó como brazo político de la Triple A, tomó distancia.

*

En torno a lo ocurrido en Ezeiza, Schiffrin señaló en una entrevista periodística que “la policía se cansó de advertir que se estaba organizando una masacre. Cámpora no quiso o no pudo quitarle una porción del poder que él decía tener por delegación directa de Perón y ahí se produjo un episodio que no he visto ni escrito y que es la supuesta toma de la Casa Rosada”.

Schiffrin recordó que “cómo masivamente el gobierno se fue a Ezeiza, alguien tenía que quedarse en la Casa de Gobierno. Así fue que no fuimos los subsecretarios de Interior con el jefe y subjefe del Regimiento de Granaderos, algo de la policía y la custodia del Regimiento de turno”

“Respecto de los episodios que se sucedían en Ezeiza -subrayó-, nos enterábamos en función de los datos que nos acercaban Domingo Mercante y Susaita -subsecretarios-, el jefe de guardia, los médicos de guardia, por la radio y por los mensajes. Nos enterábamos mal, muy fragmentariamente, hasta que supimos que el avión con Perón había descendido en Morón, mientras una gran manifestación avanzaba por la Avenida Rivadavia, pidiendo la renuncia de Cámpora y nos dijimos: Estos dieron el golpe enseguida”.

El subsecretario Susaita empezó a llamar a todas las comisarías del oeste de la Capital, que estaban a la altura de avenida Rivadavia, para ver como avanzaba la manifestación y Schiffrin hizo disponer una línea de defensa con los Granaderos, quienes colocaron bolsas de arena en las bases de las puertas. Luego aparecieron los ministros, para ver cómo se desenvolvían los sucesos.

Schiffrin fue, en esas horas, un vehículo de sugerencias entre Julio Troxler y el ministro del Interior. Troxler, a su vez, las recepcionaba del jefe y subjefe de Policía de la Provincia de Buenos Aires y del jefe de la Policía Federal.  Schiffrin estaba muy preocupado, ya que conocía la interferencia comunicacional entre Cámpora y Perón y por ello no se sabía fehacientemente quien tenía el verdadero poder.

El subsecretario de Interior que nos ocupa, planteó la responsabilidad directa de Osinde en la caída de Cámpora, mientras paralelamente, en el campo gremial, se iniciaba una cadena de homicidios por parte de la Triple A, que se producían en las propias obras de construcción, delante de los capataces y operarios.

En marzo de 1974 se iniciaron la ocupación de fábricas por parte de los trabajadores metalúrgicos. Reclamaban la democratización sindical y se expresaban contra el poder central de la Unión Obrera Metalúrgica, en la que Lorenzo Miguel detentaba el poder.

Fue así que en el interior de las fábricas Acindar, Metcon, Marathón, Vilber y en talleres de menor capacidad productiva, pero numerosos en esa zona, se rebelaron y se lanzaron a las calles de Villa Constitución[8].

Es que allí, en Villa Constitución, nace – como ya apuntamos- la pista santafesina de la Triple A-que no es un simple apéndice-sino una clave estructural más para entender los puentes que van desde los años 60 al terrorismo de Estado del 24 de marzo de 1976.

A principios de 1974, mientras Villa Constitución era un hervidero, oficiales de seguridad argentinos, chilenos, paraguayos y bolivianos, se reunieron en Buenos Aires para preparar acciones coordinadas contra blancos que consideraban “subversivos”. Un trabajo orgánico sin límites fronterizos comenzaba a sobrevolar el continente sudamericano y que luego se denominaría el “Plan Cóndor

*

En el marco de la denominada Guerra Fría, se establecieron muchas operaciones destinadas a hacer desaparecer opositores y usarlos como parte de la propaganda destinada a generar miedo.

Solo a modo indicativo histórico, vale mencionar uno de esos operativos, denominado “Operación Fénix” en Vietnam, basada en el decreto Noche y Niebla de Adolf Hitler.

La profesora Patrice Mc Sherry, de la Long Island University, mediante un documento secreto de la Central de inteligencia de Estados Unidos (CIA), fechado en junio de 1976, confirma el secuestro y tortura de refugiados chilenos y uruguayos en la ciudad de Buenos Aires, en cumplimiento de planes instrumentados en la Escuela de las Américas y las conferencias de Ejércitos Americanos, mediante las cuales Estados Unidos diseñó e instrumentó acciones “preventivas” en la región.

Un año más tarde –1975- Manuel Contreras, dueño de la vida y la muerte en Chile, fue invitado al cuartel central de la CIA en Langley, Virginia por un lapso de 15 días, tras lo cual comienza a ser conocido como el creador del referido “Plan Cóndor”, resultante de un proyecto generado -según el periodista Christopher Hitchens- por Henry Kissinger.

Aún en abril 2009, oficiales de policía rosarinos recibieron instrucción de parte de organismos de seguridad en el exterior –Miami- para combatir el terrorismo, siendo las clases dictadas en castellano, debiendo los participantes pagar de su peculio los gastos del curso.

Volviendo al Plan Cóndor, vale apuntar que una porción de ese esquema se concretó con los homicidios del general chileno Carlos Prats en Argentina y del ex ministro del gobierno de Salvador Allende, Orlando Lettelier, en Estados Unidos; mientras que Bernardo Leighton logró escapar de una tentativa de asesinato en Roma, Italia, organizada por el terrorista italiano Stefano Della Chiesa, miembro de la denominada “Operación Gladio[9]”.

 

El caso Prat

Existirían pruebas de la estrecha vigilancia que se ejercía sobre el general Prats, desde el mismo 17 de setiembre de 1973 cuando llegó a Buenos Aires. Uno de los hombres que debía cumplir esa tarea fue el coronel Carlos Ossandón, agregado militar de Chile en la Argentina.

El general Carlos Prats junto al presidente chileno Salvador Allende

Ossandón debía informar al ex general Augusto Lutz, director de Inteligencia del Ejército. El informante tenía acceso directo al Servicio de Inteligencia del ejército argentino, encargado de la seguridad de Prats, quien mantuvo una entrevista con Perón y Pinochet tomó conocimiento de la reunión. Perón, dilataba todo lo que podía una entrevista con Pinochet. José López Rega se mantenía también informado a través de miembros del grupo ultranacionalista “Milicia”.

Lutz fue separado del cargo y en su lugar Pinochet nombró al coronel Julio Polloni, un viejo amigo de Contreras, uno de los integrantes, en ese momento, uno de integrantes de la cofradía de los conjurados de la Academia de Guerra y jefe de la “Operación Silencio”, que acalló las radios afines al gobierno de Allende.

Lo señalado tomó cuerpo muchos años más tarde, cuando la jueza María Servini de Cubría descubrió que hubo un primer   complot para asesinar a Prats, mediante una operación de la DINA, consensuada con hombres del SIDE, previo pago de 20 mil dólares y que resultó fallida y que debió investigar la justicia argentina[10].

Leighton fue baleado con una metralleta junto a su esposa por el terrorista, de origen cubano, Orlando Bosch, implicado en un sabotaje a un avión de la línea cubana de aviación, que estalló frente a las costas de Barbado con Luis Posada Carriles, en 1976, oportunidad en la que murieron 73 personas.

Mientras tanto, en Madrid, España, los agentes del “Plan Cóndor” intentaron secuestrar a líderes del MIR chileno, mientras que en Roma operaron contra disidentes políticos argentinos.

Según archivos descubiertos por Martín Almada en la ciudad de Lambaré, Paraguay, en 1992, el plan que nos ocupa dejó un saldo de 50.000 muertos, 30.000 desaparecidos y miles de presos, cifras difíciles de confirmar

 

El túnel del tiempo

Si entramos por unos instantes en un ficticio túnel de tiempo, estaríamos habilitados para introducir en este texto que el 6 de marzo de 2001, el New York Times, publicó un documento desclasificado, donde se hace referencia a un cable de 1978, enviado por el embajador de Estados Unidos Robert E. White a Paraguay, en el que se señalaba que los servicios secretos de los países que formaban parte del “Plan Cóndor”, “están en contacto entre ellos por una instalación de Estados Unidos, localizada en la zona del Canal de Panamá” y otro cable decía que dicha instalación “fue empleada para coordinar información de inteligencia” entre países sudamericanos”.

*

La historiadora Patrice Mc Sherry publicó una investigación basada en documentos desclasificados por la CIA que muestran que la Operación Cóndor se inició antes de lo previsto, en 1973.[11]

Un ejemplo de lo antes expuesto lo referenciamos con el caso de Graciela Rutilo Artes y su hija Carla de sólo 9 meses. Fueron secuestradas el 2 de abril de 1976 en Oruro, Bolivia. De allí las trasladaron a La Paz, donde la mujer fue torturada por una comisión de la Policía Federal Argentina.

El 29 de agosto fueron entregadas oficialmente en la frontera Villazón – La Quiaca a autoridades de Argentina, hecho que fue comunicado por el gobierno de Hugo Bánzer a la Cruz Roja.

La pequeña Carla fue apropiada por un represor argentino y su abuela la recuperó en 1985. A Graciela la detectaron en su momento en Automotores Orletti, un centro clandestino regenteado por la SIDE, lugar que era utilizado como sede del Plan Cóndor en Buenos Aires. La víctima de las torturas –al momento de realizarse esta indagación- seguiría desaparecida.

Los procesados por el Plan Cóndor alcanzaron a 17 y su destino estimado es el juicio oral, mecanismo por el que se buscó probar la sistematización de la desaparición forzada de personas en la que intervinieron los gobiernos de Chile, Paraguay, Uruguay, Brasil, Bolivia y Argentina.

Algunas fuentes reservadas de quien esto escribe apuntan como inicio de todo el proceso criminal a la gestión de Pinochet en Chile y mencionan como prueba de la coordinación internacional de la represión a un documento desclasificado por el Departamento de Estado de Estados Unidos, elaborado por el agente de inteligencia Robert Scherrer, que remitió desde la embajada de su país a Buenos Aires. El 28 de septiembre de 1976. Se lo designó Cóndor y estaba destinado a la recopilación e intercambio de información sobre izquierdistas, comunistas y marxistas.

*

El papel de Estados Unidos, en el marco del aludido Plan se notó de manera confidencial mediante un cable enviado a sus embajadas en el que se hacía mención a los miembros originales de los países que lo conformaron –Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil y Bolivia-, así como a los luego ingresados a la “comunidad informativa”, esto es Perú y Ecuador.[12]

Henry Kissinger, idealista del plan Cóndor, junto a Jorge Rafael Videla

Para esta investigación periodística, queda claro que desde 1974, la CIA conocía la existencia del Plan Cóndor, ya que el primer diálogo sobre la cuestión tuvo lugar entre el general Manuel Contreras y Henry Kinssinger,[13] que vio con muy buenos ojos –según el periodista Luis Bruchstein- el intercambio de información secreta mediante las embajadas instaladas en el continente sudamericano. Para no comprometerse con los graves episodios que la decisión entrañaba, Kissinger acordó con Contreras delegar las operaciones sobre el lugar de los hechos.

Las operaciones de los grupos de tareas debían cumplir un requisito básico: la realización de operativos con los referidos grupos en tiempo breve, a los efectos de eludir escándalos internacionales.

*

Con el correr de los años, el avance las indagaciones permitió establecer la nómina de los acusados por la generación y desarrollo del Plan Cóndor en nuestro país y es por ello que a fin de que el lector tenga claro quiénes fueron los co-responsables argentinos de la sociedad de muerte es que el autor decidió enunciarlos sucintamente, ya que no son el objetivo básico de la investigación, pero forman parte del esquema criminal establecido:

   Jorge Rafael Videla: Como presidente representaba al Estado en el ámbito de la política exterior y como garante de la estructura de poder que en su seno permitió el cumplimiento de los objetivos que se fijaron en el acuerdo con los restantes países del Cono Sur, resultando ello de singular importancia política ilícita.

   Albano Eduardo Harguindeguy: En su carácter de ministro del Interior. Necesariamente tuvo que haber formado parte del acuerdo ilegal que conoció y justificó las privaciones ilegítimas de la libertad, obviamente sin las formalidades prescriptas por la ley.

   Antonio Domingo Bussi: General de brigada a cargo de la Subzona 32 –comandante de brigada Infantería V- y luego general de División a cargo de la Zona 3, en la que actuó como comandante del Cuerpo de Ejército III, en Córdoba.

   Ramón Genaro Díaz Bessone: General de División. De septiembre de 1975 a octubre de 1976, comandante del Cuerpo de Ejército II, en Rosario.

   Santiago Omar Riveros: comandante de Institutos Militares, a cargo de la Zona IV –Campo de Mayo-.

   Luciano Benjamín Menéndez: comandante a cargo del Cuerpo de Ejército III, con asiento en Córdoba. Tenía jurisdicción sobre dicha provincia, San Luis, Mendoza, San Juan La Rioja, Catamarca, Santiago del Estero, Tucumán, Salta y Jujuy.

   Cristino Nicolaides: comandante de la Brigada de Infantería VII, con asiento en Corrientes y con jurisdicción en Misiones y Formosa, que conformaban el Comando de la Subzona 23, perteneciente al Comando de la Zona II.

   Jorge Overa Rovere: General de brigada, a partir de febrero de 1976 a cargo de la Subzona Capital Federal, correspondiente a la Zona I. (De aquí en adelante no hay fotos)

   Bernardo José Menéndez: jefe del Grupo de Artillería de Defensa Aérea 101, a partir de noviembre de 1977, a cargo del Área V.

   Eduardo Samuel De Lío: coronel a cargo del Área 111, en el mes de octubre de 1977 –jefe del Batallón Depósitos de Arsenales 601.

   Juan Pablo Sa: comandante de la Brigada de Infantería de Montaña VIII. Mendoza, a partir de diciembre de 1977, a cargo de la Subzona 33.

   Antonio Vañek: Contraalmirante, a cargo del Área VI, correspondiente a la Zona I, comandante de Operaciones Navales FT3.4

   Carlos Horacio Tragant:  director del Liceo Militar General Espejo de Mendoza. Responsable del Área 331.

   Carlos Humberto Caggiano Tedesco: jefe del Área 232 –Distrito Militar Misiones- correspondiente a la Subzona 23, perteneciente a la Zona 2.

   Eugenio Guañabens Perelló: comandante de la Brigada de Infantería VII, Corrientes. A cargo de la Subzona 23.

   Ernesto Arturo Alais: jefe de Regimiento de Infantería 19 con asiento en Tucumán. Área 211.

   Carlos M. Landoni: jefe del Batallón de Comunicaciones del Comando 121, de Rosario, a cargo del Área 211.

 

 

[1] Documentos de la Resistencia Peronista 1955-1970 Roberto Baschetti, quien además es autor de escritos sobre el gobierno de Cámpora y la resistencia al golpe de Estado de 1976.

[2] La comisión estuvo formada por Ernesto Sábato, Ricardo Colombres, René Favarolo, Hilario Fernández Long, Carlos T. Gattinoti, Gregorio Klimonsky, Marshall T. Meyer, Jaime De Nevares, Eduardo Rabossi, Magdalena Ruiz Guiñazú, Santiago Marcelino López, Hugo Diógnes Piuicill y Horacio Hugo Huarte.

[3] Nació el 16 de junio de 1950, sociólogo (Universidad del Salvador), periodista, historiador, escritor, y militante. Escribió 17 obras literarioas entre poemas, relatos, documentos históricos y canciones.

[4] Diario La Capital. Primera Persona. Suplemento Señales. Osvaldo Aguirre. 18/02/07. Página 3.

[5] Filomeno Velazco. Nació el 9/7/1892.- Falleció 29/12/54. Militar. Político amigo personal de Perón. Fue el 1º comandante de la Policía Federal Argentina. 1º Gobernador de Corrientes (1949-1952).

[6] Bernardo Alberte. Nació: 17/11/18. Falleció: 24/3/2006. Amigo de Perón en su exilio. 1º persona asesinada por razones políticas tras el golpe de 1976.

[7] Alejandra Dandan. Entrevista al ex camarista Leopoldo Schiffin. Página 12. 21/05/07. fue empleado judicial e ingresó a la Procuración General en abril de 1955, en las postrimerías del gobierno de Juan D. Perón. Llegó a Secretario y se dedicaba a temas relacionados con Aduana hasta 1972, en que fue desafectado por problemas de competencia. Esteban Righi lo convocó en momentos en que la Justicia analizaba que hacer con la guerrilla y la resistencia armada. Colaboraba en lo atinente a proyectos de Ley, como la de Amnistía, por ejemplo, pero hubo objeciones en la cúpula de los Montoneros que quería una que fuera amplísima.

[8] Sobre el tema, en columnas anteriores se dieron precisiones meticulosas.

[9] Operación Gladio fue el nombre en clave de las operaciones clandestinas de «resistencia armada» de la llamada "Red Stay Behind" planeadas por la Organización del Tratado de Bruselas, y posteriormente por la OTAN, en caso de una hipotética invasión y conquista de Europa occidental por parte del Pacto de Varsovia. En Argentina la Operación Gladio tenía un contexto análogo a la Operación Cóndor. La Triple A fue sospechada de tener conexiones con la red Gladio europea.

[10] Mónica González. Crónica de un complot diferido. 10/09/2.000. Diario Clarín.

[11] Documentos de la CIA develan que la Operación Cóndor se creó dos años antes de lo que se creía. Estados Unidos gestó la operación de espionaje. Pueden verse: 1-Calloni, Stella; Operación Cóndor: Pacto Criminal; Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2006; 2-Nilson Cézar Mariano: Operación Cóndor, Terrorismo de Estado en el Cono Sur. Lholé –Lumen; Buenos Aires, 1998.

[12] Cable desclasificado por la inteligencia norteamericana.

[13] A esta altura de los acontecimientos, es vital puntualizar que Kissinger condujo la política exterior norteamericana desde 1969 hasta 1976 y luego mantuvo una fuerte ascendencia sobre las decisiones de Ronald Reagan, entre 1980 y 1988. Los analistas políticos coinciden en que durante las gestiones de dicho Premio Nobel de la Paz-instigador de golpes de Estado-, desaparecieron varios gobiernos democráticos en América Latina que cayeron con el beneplácito de Washington, con la excepción de la gestión de Jimmy Carter.

 

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*Ricardo Marconi es Licenciado en Periodismo y Posgrado en Comunicación Política

Foto: José López Rega (Infobae)

Viene de acá: Los primeros crímenes de la Triple A

Continúa aquí: La Operación Bolsa

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